Justicia histórica
12/09/2024. Vitoria-Gasteiz. XLII Semana de Música Antigua de Álava. Iglesia de San Pedro. Obras de M. Duval, M. Laurant, E. Jacquet de la Guerre, M. Bocquet, M. Guésdon de Presles, M. Talon, M.de Fumeron, M. de la Chaussée y F.-C. de Saint Nectaire. Sophie de Bardonnèche (violín) y Justin Taylor (clave).
Por desgracia todavía es noticia –y es necesario- que se hagan programas así porque durante muchos siglos, demasiados, hemos creído, dicho y justificado que las mujeres no componían música de la hoy denominada clásica –ni de ninguna otra, no nos engañemos- salvo en contadas excepciones y con la salvedad del tiempo actual, donde la exclusión es, sencillamente, improcedente. Si a muchos melómanos se les preguntara por mujeres compositores de la antigüedad muchos se quedarían en tres que podrían ser Hildegard von Bingen, Barbara Strozzi y Elisabeth Jacquet de la Guerre. De ahí que un proyecto que estos dos jóvenes llevan adelante y que han tenido a bien denominar Destinée esté permitiendo descubrir siquiera el nombre y unas pocas obras de muchas mujeres de los siglos XVII y XVIII que, mire usted por dónde, les dio por escribir música.
Repase el lector, por favor, la ficha técnica de esta reseña y observe que con la excepción del nombre relativamente conocido de la citada Elisabeth Jacquet de la Guerre todos los demás comienzan con una M, que en el programa de mano equivale a Madame o Mademoiselle, en clara consideración de que estas mujeres “carecían” de nombre propio. Incluso el por mí incluido Françoise-Charlotte de Saint Nectaire aparece en minúsculas al lado de su “nombre” oficial, a saber, Mademoiselle de Menetou.
Reconozcamos los que llevamos décadas escuchando la denominada música clásica que la inmensa mayoría de los nombres de esta ficha técnica nos son absolutamente ignotos, con la excepción ya citada. Al menos no tengo empacho en reconocer que para mí estas señoras no existían. Así de simple. Todas sus obras están escritas desde finales del XVII hasta la primera mitad del XVIII, es decir, en la época de la Francia del absolutismo, en la Francia donde aun no se huele la Revolución de 1789, aquella que dará a la Europa de la época un giro inusitado. Todas estas obras son de breve duración bien porque son preludios y fragmentos de alguna obra mayor o porque las obras –estructuradas normalmente en los tres habituales movimientos rápido-lento-rápido- son breves en sí mismas.
Así pues, que la nueva edición de la Semana de Música Antigua de Álava comience con un concierto así puede admitirse como una cuestión de simple justicia histórica. Esta fue la razón principal por la que decidimos acercarnos a la iglesia de San Pedro, sita en los límites del Casco Viejo de la ciudad y que, por desgracia, más allá de ser un recinto hermoso, se nos descubrió como una apuesta inadecuada para escuchar música de salón.
Parece comúnmente aceptado que el recinto adecuado para la escucha de la música antigua sea una iglesia pero en este caso se confirmaron todos mis temores. La altura del recinto, sus dimensiones y la austera propuesta musical, sencillamente, no casaban. Y ello es una lástima porque los dos jóvenes que protagonizaron el concierto lo hicieron muy bien. Sophie de Bardonnèche (violín) y Justin Taylor (clave) son insultantemente jóvenes y supieron llevar un concierto de obras desconocidas con contagiosa alegría y capacidad de comunicación con el público que hacía que el transcurrir del concierto fuera más ameno. La pena es que desde mi localidad la voz de ella –de apellido de origen euskaldun más que obvio- fuera inaudible mientras que la de él llegaba con dificultad. Lo mismo ocurrió con los instrumentos.
Porque aquí reside la principal lástima: que no pudimos disfrutar en su totalidad porque el sonido del clave se perdía en las naves de la iglesia y en el contraste con el violín, quedaba tan mitigado y desequilibrado que su escucha resultaba asaz penosa. La presencia del violín era aceptable y más cuando la solista decidió, incluso, pasearse entre el público tocando una de las obras programadas, provocando el acercamiento entre artistas y oyentes. Pero siendo como era música de salón cualquier recinto más recogido, más bajo y con menor reverberación hubiera hecho un enorme favor a la pareja de artistas.
Ella pertenece al afamado grupo Les Arts Florissants que lidera William Christie y el clavecinista ha obtenido distintos reconocimientos dentro de su gremio. Intuimos un concierto hermoso, lleno de buenas intenciones y con dos artistas que merecen una nueva oportunidad en mejores condiciones.
La iglesia presentaba una entrada extraordinaria, prácticamente llena y la actitud del público fue de enorme respeto y entrega con los artistas, que nos regalaron dos bises que, aunque presentados, desconozco qué obras pudieron ser. La Semana de Música Antigua de Álava tiene fama bien ganada en la provincia y después de escribir tantas veces que esta provincia es un solar en lo relativo a la música clásica, reconozcamos el trabajo bien hecho de quien hace propuestas tan hermosas.
Fotos: © Asier Aguinaco