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Bendita rutina matutina

21/05/2017. Auditorio Nacional de Música, de Madrid. Saioa Hernández (soprano) y Orquesta Nacional de España. Obras de Manuel Martínez Burgos, Richard Strauss y Johannes Brahms. Dirección musical: Joshua Weilerstein. 

Programa ecléctico y de estructura variada el del concierto decimoquinto de abono de la Orquesta Nacional de España en la cita matutina, esa que en provincias es inexistente. Pocas ideas más adecuadas para comenzar un domingo que desayunar en las inmediaciones y entrar en el bello auditorio para así, casi sin darte cuenta, estar en las vísperas de comer. Una obra de estreno absoluto, un potpurrí de canciones para soprano y orquesta de Richard Strauss y una sinfonía de repertorio, que hay que cuidar al público. A la batuta, Joshua Wailerstein, puntal que fue capaz de dirigir el concierto con acierto y dibujar, sobre todo, una sinfonía de Brahms de categoría indudable. Pero vayamos por orden. 

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Manuel Martínez Burgos (1970) nos propuso el estreno de Gramática en la niebla, obra de estreno y encargo de la entidad que asumía su interpretación. La apelación a la niebla, es decir, a la ausencia de claridad y a la visión confusa se tradujo en el uso de instrumentos que provocan en su audición esa sensación de desequilibrio y cierta inaprensabilidad, caso del arpa, la celesta o la flauta. Obra de apenas doce minutos en dónde la música es etérea y su construcción parece diluirse en el transcurso de la misma. El compositor, presente en la sala, recibió una ovación significativa.

El final de la primera parte se sostuvo en la voz densa, oscura y penetrante de Saioa Hernández interpretando seis lieder para orquesta de Richard Strauss pertenecientes a las opus 10 y 27. Hernández está siendo reconocida en muchos teatros como intérprete referencial en su faceta de soprano lírica spinto y uno de los caminos a poder seguir en el futuro puede ser el adentrarse en el mundo operístico de Richard Strauss. Desde luego, tras escucharle estas seis canciones solo podemos decir que aunque el mundo lírico straussiano es complejo, desde la Elektra hasta la mariscala, la voz de esta soprano puede ser adecuada para abordarlo en un futuro inmediato. El éxito del breve recital fue apabullante, indiscutible y a ello ayudó la labor de la batuta, caminando y cantando junto a la soprano de forma adecuada. 

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Para terminar, la interpretación de la Sinfonía nº 1 en do menor, op. 68, de Johannes Brahms en donde brilló de forma ostentosa el director neoyorquino. Con gesto claro, preciso y pedagógico, Weilerstein condujo a la agrupación madrileña desde un primer movimiento contundente y controladamente agitado hasta el adagio final, en el que Weilerstain bailó con el allegro para terminar recibiendo una ovación espectacular de un público que disfrutó, y mucho.

En definitiva, que una vez más acercarse al Auditorio Nacional ha sido una experiencia generosa al poder disfrutarse tanto un concierto notable como la compañía de un público de comportamiento ejemplar.

Fotos: © Rafa Martín