Chorizos y polaco
San Lorenzo de El Escorial. Teatro Auditorio. 03/08/2024. Obras de Verdi, Moniuszko, Puccini, Mascagni y Giordano. Piotr Beczala, tenor. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Óliver Díaz, director.
“Chorizos y Polacos” es una Zarzuela de Barbieri que narra el enfrentamiento en el siglo XVIII entre dos bandos de aficionados enemigos acérrimos. Seguro que hoy día, escuchando el recital que ha dado Piotr Beczala en El Escorial, todos se reconciliarían y llegarían al mismo acuerdo: aquí hay un gran tenor.
El Auditorio de San Lorenzo de El Escorial nació, en su tiempo, con ínfulas de convertirse en el centro neurálgico de un nuevo festival musical de referencia internacional, algo así como el ‘Salzburgo’ o ‘Glyndebourne’ de Madrid. Poco a poco, políticos y gestores ramplones, fueron recortando y cercenando dinero y prestigio; quitando la ilusión, dejando en el camino presupuestos cicateros, programaciones precipitadísimas, u homenajes (como el de la insigne Teresa Berganza vecina de la localidad) realizados con muy poco tino y cortedad de miras. El Auditorio, que se inauguró con todo el boato por Riccardo Muti y la Orquesta del Maggio Musicale Fiorentino iba perdiendo fuelle y, hoy en día, no es ya que no se pueda medir con Salzburgo o Glyndebourne (algo, por otro lado, casi imposible de alcanzar), sino que mirando simplemente Festivales de verano españoles, se puede decir que el de San Lorenzo se sitúa en un rango claramente inferior. Baste comparar solo como ejemplo con el de Perelada (su equivalente en Barcelona), o la mismísima Quincena Musical de San Sebastian, a muchos pasos, los dos, por delante del de El Escorial. El de Santander, y sobretodo el de Granada, se situarían ya a años luz de distancia.
Pero vamos con lo positivo: el ‘polaco’, y es que el tenor Piotr Beczala está viviendo una madurez envidiable y verdaderamente digna de admiración, situándose claramente en la actualidad en la cúspide de los de su cuerda, y por méritos propios. Aprovechándose de la acústica viva y brillante del Auditorio, la voz del tenor llegó perfectamente timbrada y sonora. Con una técnica muy completa y solidísima; un registro amplio y homogéneo, con una octava inferior cada vez mas asentada y robusta; y con una elegancia mayúscula en el decir, Beczala saca adelante los roles que aborda con una brillantez que pocos tenores hoy en día pueden igualar. El cantante además adorna ese canto siempre correcto y elegante, con pequeños y esporádicos apoyos en las notas de llegada que añaden a su canto muletas de luz a la linea, y un plus de efusividad que embelesa al espectador. Es verdad que se le podría pedir un punto mas de arrebato en algunas partes, además de algo mas de matización y contraste en su fraseo, pero escuchar un recital del cantante polaco es, indiscutiblemente, una verdadera fiesta.
Beczala comenzó con un "Quando le sere al placido" de Luisa Miller de libro. Atendiendo escrupulosisimamente a las indicaciones de Verdi, con un legato de violonchelo, llevó la frase hasta el regulador final en el “Ah” sin respirar, y cumpliendo con los puntos escritos por Verdi en cada uno de los tresillos. Magnifico. Siguió con "Di tu se fedele" de Un ballo in maschera muy bien definido y bajando de forma perfecta en el temible salto al Do grave donde tantos y tantos tenores suelen tropezar.
Ilusionante comprobar como resolvió "La vita è inferno all’infelice" de la Forza del destino, que exceptuando un intento de piano en el ascenso no del todo bien colocado, Beczala sacó adelante con nota. Es el aria de un papel, Don Álvaro, donde es casi imposible en la actualidad encontrar tenores adecuados al rol. Esperemos que en un futuro podamos escuchar al polaco cantando el papel completo en un teatro. La primera parte acabó con un aria muy bella de La casa embrujada de su compatriota Moniuszko, autor del que Beczala es una absoluta referencia, y así lo demostró, creando un ambiente con auténtico duende.
La segunda parte comenzó con un "Recondita armonía" de Tosca impecable aunque un tanto falto de expansión, al que siguió un "Mamma, quel vino è generoso" de Cavalleria Rusticana estupendamente cantado, convincente y con el suficiente sabor y aroma mediterráneo. Continuó con un muy buen "Come un bel di di maggio" de Andrea Chenier, para terminar el concierto con un "Nessun dorma" de Turandot perfecto, de no ser por la no del todo feliz colocación del Si agudo final y la cortedad de la siguiente nota final, seguramente motivado por el cansancio acumulado.
Magnífica la conocida como aria de la flor de Cármen que cantó como “propina” y que Beczala tiene super ahormada después de cantarla por medio mundo, y un "Amor ti vieta" de Fedora ya con las fuerzas mas justas.
Pleno de ideas y de ganas, Óliver Díaz acompañó muy bien, y dirigió una obertura de Nabucco efervescente y con el suficiente nervio verdiano, además de un magnifico intermedio de Manon Lescaut, donde su gusto por la flexibilidad del tempo casó mejor con el mundo pucciniano, que con el verdiano, donde el tempo/ritmo base es tan importante. En el coro de Il trovatore faltó algo de ‘metralla’ tímbrica y la citada flexibilidad no resultó tan efectiva con un tutti coral central un tanto moroso. Bellísimo y lejano el clima creado en el coro a boca cerrada de Madama Butterfly, y destacable el fraseo con intención en el "Va, pensiero" de Nabucco. Estupenda respuesta general de la orquesta y coro de la Comunidad de Madrid.
Fotos: © David Mudarra