Entre la intención y el desenfoque
Madrid. Teatro de la Zarzuela. 11/05/2025, 12/05/2025. F. Chueca: El Bateo. R. Chapí: La Revoltosa. Gerardo Bullón y Javier Franco: Wamba y Felipe. Berna Perles y Sofía Esparza: Mari-Pepa. José Manuel Zapata: Virginio y Sr. Candelas. José Julian Frontal: Película y Tiberio. María Rodríguez: Visita y Encarna. Milagros Martin: Sra. Valeriana y Gorgonia. Alberto Frías: Lolo y Atenodoro. Blanca Válido: Soledad. Ricardo Muñiz: Cándido. Lara Chaves: Nieves. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro titular del Teatro de la Zarzuela. Juan Echanove: dirección de escena. Óliver Díaz: dirección musical.
Hacía tiempo que no se ofrecía en el Teatro de la Zarzuela un programa doble de obras en un acto (género chico), así que bienvenidas además dos zarzuelas tan estupendas y tan redondas, cada una con su estilo. Para ello se han programado con un reparto doble en los papeles protagonistas.
Después de su propuesta en Pan y toros, se ha vuelto a contar con Juan Echanove como responsable escénico. Hombre de teatro, con larga tradición y conocimiento, el actor ha hecho un trabajo concienzudo y muy volcado, aunque, bajo mi opinión, con elementos que distorsionan y desenfócan las tan particulares obras.

El Bateo es un prodigio de gracia, y puede casar y tener su aquél la galería de personajes propuesta vestidos de forma destroyer, como sacados de una tienda de Humana un día de compras un tanto loco. Echanove sitúa la obra en una época muy poco determinada, aunque la apariencia es como de comuna de Christiania (la conocida ‘Ciudad Libre’ de Copenhague) y ello puede ajustarse con los ideales revolucionarios y anarquistas del personaje de Wanba y la huelga de organilleros que canta su famoso coro, pero poco con personajes tan preocupados en casarse por la Iglesia y bautizar a su hijo.
Pero quizá lo que más choca, es la constante y desordenada aglomeración de personajes, figurantes y situaciones, un poco sin ton ni son, en un constante horror vacui que emborrona las situaciones y escenas, y que poco tiene que ver con la limpieza y efervescencia, y diría que orden de la música de Chueca; que poco casa también, con la estructura rígida, cuadriculada y un tanto pesada de la escenografía, poco afín a la alada ligereza de la partitura. Es verdad que hay buenos detalles y hallazgos: los letreros proyectados durante la soflama de Wanba, el sofá ‘chester’ que entra y sale, la forma de solucionar la escena en la Iglesia, la pelea resuelta en forma de sombras… pero la sensación de propuesta desenfocada, que no potencia la obra de Chueca, es lo que, inevitablemente, queda al final.

Otro tanto se podría decir del planteamiento para La Revoltosa, donde Echanove nos dice que la lleva al Fellini de su película ocho y medio sin entender el porqué, ni, por ello, comprobemos que la obra salga beneficiada. El desorden del Bateo, aquí se estiliza, quizá en demasía, con profusión de personajes de impoluto blanco, y donde las pasiones amorosas y las variopintas situaciones y escenas de la obra quedan un tanto deslavadas y uniformadas. El cubículo construido para la Mari-Pepa, donde espera y espera sentada, a modo de las prostitutas del barrio rojo de Amsterdam, tampoco se entiende muy bien con qué intención. Es verdad que aquí hay más orden, la estructura rígida de la escenografía ahora si permite una mejor visión y distribución de las masas, y la iluminación está algo más conseguida y variada que en el Bateo. Hay también buenas intenciones, como las proyecciones en el dúo de los protagonistas, y se nota un intenso trabajo y un indudable mimo y esmero, aunque la sensación final al acabar sea, definitivamente, más bien agridulce.
Donde hubo gran altura de miras y resultados fue en la parte musical, y ello hay que agradecérselo en gran medida a la dirección musical de Óliver Díaz, que realizó un extraordinario trabajo lleno, como es habitual en él, de buenas ideas y detalles. Acertadísimos los distintos cambios de tempo en los dos preludios, y los bonitos ‘ecos’ y cambios de color que insufló en la música en muy variados instantes.
Consiguió un sonido de la Orquesta de la Comunidad de Madrid más empastado y dúctil que lo escuchado en otras ocasiones, formación que demostró una mejoría notable y una voluntad de ir haciendo entro todos mucho mejor las cosas. Algunos acordes mejorables de afinación en la madera, o momentos de escucharse algo más entre distintas secciones, no empañan una indudable progresión. Estupendo el Coro como acostumbra. Muy buen desempeño del extenso equipo vocal también, que sorprendió con una solidez y solvencia sobresalientes. Escuchar la precisión general que se logró en el demandante canto rápido (quasi a modo de silabato) de muchos pasajes es una muestra ello. También hay que subrayar el magnífico hacer actoral y hablado de todo el reparto, algo que -al César lo que es del César- seguro que ha contribuido en buena medida el bueno de Echanove.

En primer lugar hay que destacar a Gerardo Bullón, que como doble protagonista en las dos zarzuelas con los personajes de Wanba y Felipe, sobresalió exhibiendo su estupenda y rica voz de barítono con pasta y ‘barniz’, además de muy buenos y estimulantes matices. Algo más plano y con un timbre mas seco y menos atractivo Javier Franco en el reparto alternativo, aunque a lo postre lo suple con una profesionalidad intachable consiguiendo un resultado final muy notable.
Un gusto contar por fin con Berna Perles en la temporada del Teatro de La Zarzuela, y la cantante respondió con su pulposa voz y un muy buen trabajado desarrollo de matices tanto en lo vocal como en lo actoral. Lástima de no terminar de ‘explotar’ en su corto desempeño quedando al final un punto apagada. Sofía Esparza en el otro cast fue mas directa aprovechando su indudable encanto y estupenda figura, y se aprovechó de ello para destacar a pesar de que la grave tesitura de la Mari-Pepa no se ajuste del todo a su vocalidad.

Estupenda idea también rescatar a José Manuel Zapata haciendo de Virginio en El Bateo y de Sr. Cándelas en La Revoltosa, aportando su probado buen canto con su gracia y estupendo desempeño actoral. Genial, como siempre, con sus venas llenas de experiencia y tablas, Milagros Martín haciendo de Sra Valeriana y Gorgonia; muy gracioso y entonado Ricardo Muñiz como Cándido; y algo dura en lo vocal aunque resuelta y efectiva María Rodríguez con los personajes de Visita y de Encarna. Alberto Frías destacó como Lolo, personaje eminentemente hablado y cantó con suficiencia su pequeña canción en La Revoltosa haciendo de Atenodoro; mientras que Lara Chaves cumplió sin problemas en el personaje de Nieves. Grato color el de Blanca Valido y resolutivo y eficaz José Julián Frontal. A buen nivel todo el resto del equipo actoral y vocal.

Fotos: © Javier del Real | © Elena del Real | © Teatro de la Zarzuela