Rinat_Shaham_c_Mody_Salman.jpg© Mody Salman 

Rinat Shaham: "Creo que estoy en mi mejor momento de madurez vocal e interpretativa"

El sello Pentatone publica hoy una nueva grabación de El castilo de Barbazul de Béla Bartók, contando con la mezzosoprano de origen israelí Rinat Shaham en el papel de Judit. Afincada en Barcelona desde hace ya algunos años, Rinat Shaham cumple ahora tres décadas en activo. Conversamos con ella para conocer con más detalle sus próximos proyectos, sus inquietudes y el momento vocal que atraviesa.

Sale hoy a la venta su última grabación con El castillo de Barbazul de Béla Bartók en la que interpreta el papel de Judit. El disco cuenta con dirección musical de Karina Canellakis y se ha editado bajo el sello Pentatone. Imagino que el disco es importante como muestra de su momento artístico.

Así es. El papel de Judit es fascinante desde todo punto de vista: requiere un rango vocal amplísimo. De ahí, precisamente, que a veces lo canten sopranos; para una mezzosoprano es un papel cómodo pero con momentos en los que hay que ir a los extremos de la tesitura; en la escena de la quinta puerta, por ejemplo, hay que cantar un Do sostenido; no es una nota muy habitual en los papeles de mezzosoprano, aunque la dificultad radica, sobre todo, en la forma en la que está escrito todo el pasaje coronado con ese impresionante agudo; además, la partitura te lleva al mismo tiempo a la zona más grave. Por otro lado, para interpretarlo hay que atravesar una orquestación por momentos muy densa. En definitiva, es un rol complejo pero absolutamente apasionante y me siento feliz de haberlo incorporado a mi repertorio. 

¿Cuándo fue su primera vez con este papel?

El maestro Simon Rattle, con quien colaboro desde hace años y conoce mi vocalidad, me sugirió cantarlo con él y la Filarmónica de Berlín, en 2017. Preparé la parte a conciencia, con un coach en Budapest, ya que es un rol cantado en húngaro y es importante conocer no solo el idioma y su pronunciación sino también la manera en que debe articularse el texto, la acentuación acompasada con la música, que es bastante desigual aunque pueda resultar algo intuitivo para los húngaros.

Creo que es una ópera que ha cantado bastante, desde aquel 2017.

Sí, con diversas orquestas, en todo el mundo, y con directores de gran prestigio. Incluso aquí en España he tenido la ocasión de interpretarla con la OBC y con la Orquesta de Valencia ¡También en el Teatro Colón de Buenos Aires! En fin, en tantos lugares, por eso ha sido sin duda una obra importante en mi trayectoria durante los últimos años. 

Durante la pandemia, con una orquesta más reducida, la cante junto a Karina Canellakis, para mi una gran directora a la que admiro y con la que tengo una fuerte complicidad a la hora de trabajar. Ella conoce mi voz desde hace muchos años, cuando coincidimos en el Curtis Institute de Philadelhpia. Yo había estudiado allí y regresé años después a cantar como solista invitada con la orquesta de la casa y Simon Rattle a la batuta; fue un concierto en el que interpretamos Shéhérazade, de Ravel. Karina Canellakis era entonces violinista y fue casualmente la concertino en esa ocasión.

Creo que esta obra guarda además una especial conexión biográfica, en su caso.

Sí, mi padre creció durante un tiempo en Hungría. Nació en Checoslovaquia y pasó buena parte de su infancia en Budapest, en tiempos de guerra. De modo que hablaba húngaro con fluidez y pude preparar el papel también gracias a sus consejos. En el momento de la grabación ya estaba enfermo y falleció, de hecho, poco después. Fue un periodo especialmente difícil para mí, por lo que la grabación está ligada a un recuerdo muy emotivo, así como sé que este proyecto discográfico fue también importante para mi padre. 

Y para usted, ¿por qué es importante esta grabación, más específicamente, en términos vocales y artísticos?

Porque recoge un momento de brillantez vocal, en mi caso, poco después de debutar el Requiem de Verdi la temporada pasada en Barcelona junto a la OBC y al maestro Ludovic Morlot. Es una obra que he preparado a fondo, tanto a nivel vocal como expresivo, y mi voz se adapta como un guante al rol de Judit; para cantarlo tienes que darlo todo, por lo que es necesario una entrega absoluta. La parte más positiva de grabarla en estudio es que me ha permitido buscar más colores y matices, a diferencia de lo que sucede en el teatro, donde la orquesta desde el foso impone la necesidad de conseguir volumen y proyección vocal, por encima de otros aspectos. 

Por eso creo que me entiendo tan bien con maestros como Rattle o Canellakis, porque son músicos con los que siento que hablamos el mismo lenguaje; junto a ellos tratamos de explorar al máximo la partitura para que cristalicen todos esos colores y detalles que buscamos. Me hace feliz tener la sensación de que pinto algunos pasajes al óleo, con grandes trazos, y otros en cambio como si fueran acuarelas delicadas.

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Hablemos de sus próximos compromisos. ¿Qué obras y citas le esperan en su agenda más inmediata, de aquí al verano?

Voy a cantar Das Lied von der Erde de Mahler en Polonia, en mayo, con Marin Alsop. Y voy a cantar una obra compuesta especialmente para mí por la compositora Diana Soh, en un estreno absoluto que tendrá lugar en París con la Orquesta Filarmónica de Radio France; se trata de Songs from Whence I Came, una propuesta con música electrónica; el trabajo que hemos realizado con Diana ha sido precioso, ya que es maravilloso tener acceso a los deseos del compositor para que el resultado sea el mejor. En ese mismo concierto interpretaré además una obra de Luciano Berio.

Después cantaré el papel de Euryclée en Pénélope de Gabriel Fauré, en el festival de verano de la Bayerische Staatsoper, con Susanna Mälkki. Allí también haré Venus en Dido y Eneas, de Purcell, en una producción de Krzysztof Warlikowski y un programa doble con Erwartung de Schönberg. 

Por otro lado, estoy preparando ahora el papel de Geneviève en Pélleas et Mélisande. Yo solía cantar Mélisande, la hice en la Staatsoper de Berlín, y ahora voy a cantar Geneviève; es bonito que la evolución vocal te permita ver la obra desde perspectivas diferentes a través de otro personaje. 

Tengo una agenda importante en el futuro que me tiene ilusionada, con nuevos proyectos junto a Rattle y Canellakis, por ejemplo, aunque todavía no se pueden anunciar. También vendrán compromisos con Alan Gilbert y Marin Alsop, y cantaré en España la próxima temporada, algo que me encanta. Escogí este país para vivir y trabajar en casa es siempre un gran placer. 

Echando la mirada atrás lo cierto es que ha cantado mucho, creo que empezó muy joven.

Precisamente ahora se cumplen 30 años de mi carrera. Empecé siendo joven, sí. Ya durante mis años en el Curtis Institute tuve mis primeros contratos como profesional con personajes como Cherubino o Zerlina… 

En línea con esto creo que son 20 años cantando la Carmen de Bizet, desde que debutó el papel en 2004.

Sí, es un rol que ha marcado mi trayectoria y lo he interpretado en teatros de todo el mundo, en Europa, Asia, América y Estados Unidos. En todos estos años, metiéndome en la piel de Carmen, he ido entendiendo más y mejor a este personaje fascinante, lleno de colores y aristas. Todo en ella es luz y oscuridad ¡Es fascinante! Tanto mi madurez vocal e interpretativa como mi experiencia vital han hecho que lo disfrute cada vez más y tenga un mayor grado de satisfacción al afrontarlo. Empecé a cantar Carmen casi al inicio de mi carrera y siempre sentí una enorme conexión con el personaje, pero ahora creo que tengo en mí una Carmen mucho más interesante. Es algo lógico: la experiencia hace que abordes un rol con mucha más inteligencia y solvencia, y como intérprete esto hace que lo disfrutes mucho más y que conectes con el público al instante.

¿Hay papeles que ha retirado ya de su repertorio?

Sí, es algo natural ir dejando algunos personajes para asumir otros nuevos, pero esto es lo bonito de esta profesión. He dejado de cantar Rosina de El barbero de Sevilla. Tampoco voy a cantar más Cherubino o Zerlina. Podría seguir interpretándolos, claro, pero creo que ya no tiene demasiado sentido hacerlos porque mi instinto y curiosidad musical hace que quiera investigar y explorar en otros repertorios. Sí que cantaré Marzellina, por ejemplo, pero es casi como un capricho personal. En cambio hay otros roles que canto desde hace tiempo y sé que todavía tengo mucho que decir de ellos sobre el escenario, como Charlotte en Werther, por ejemplo; espero tener la oportunidad de volver a cantarlo en el futuro. 

Hablando de Carmen, creo que el año pasado tuvo que hacer una sustitución de última hora en el Liceu.

Sí, estaba en Tokyo haciendo unos conciertos con Alan Gilbert. Regresé a Barcelona y mientras descansaba del viaje intentando superar el Jet lag recibí una llamada del Liceu pidiéndome cantar Carmen al día siguiente, en la única producción que curiosamente no había hecho en tantos años cantando el papel. Por supuesto es un montaje que adoro y que había visto muchas veces: la de Calixto Bieito, que se ha representado en teatros de todo el mundo.   

De un día para otro tuve que refrescar el rol, ver que lo recordaba bien y comprobar que la voz estaba en forma; después todo fue rodado: cita con vestuario, maquillaje, dirección de escena, dirección musical… Fue un día entero en el teatro, desde las ocho de la mañana, con muchos nervios, ya que tuve que memorizar cada movimiento en el escenario en muy pocas horas, pero al final todo salió fantástico y fue un éxito (risas). Tuve que hacerme cargo de la primera función y de varias funciones más. Con todo fue una experiencia bonita, en mi querido Liceu, al que espero poder volver. 

En el Liceu ha cantado en varias ocasiones, si no me equivoco.

Sí, lo primero que canté fue Maddalena en Rigoletto, en 2021. Después vino Margret en Wozzeck, en 2022; participé también en 7 Deaths of Maria Callas de Marina Abramović; y finalmente esta Carmen de 2024. Tal y como dije anteriormente, espero poder trabajar mucho más en España en los próximos años. Lo cierto es que disfruto mucho viviendo aquí, en Barcelona. Tengo mucha suerte con mis vecinos, además. Todos son abonados del Liceu y de la OBC (risas). Me piden que ensaye más, lo nunca visto (risas).

Se le ve feliz y relajada, en un buen momento personal y profesional.

Sí, creo que estoy en un momento de iluminación vocal y espiritual.  Quiero dar al público todo lo que he recibido durante estos años, toda mi experiencia y toda mi pasión por esta profesión. Creo, honestamente, que estoy en mi mejor momento de madurez vocal e interpretativa.