Lugansky y Boriso2

Nikolai Lugansky y Nikita Boriso-Glebsky, juntos en el Auditorio de Tenerife

Este próximo jueves, 28 de noviembre, el Auditorio de Tenerife ofrece una cita con la música de cámara a través del arte de dos grandes músicos internacionales como son el pianista Nikolai Lugansky y el violinista Nikita Boriso-Glebsky.

Así, dentro del Ciclo de cámara, los dos músicos de origen ruso interpretarán un programa conformado por obras de Brahms (Sonata para violín nº3), Medtner (Sonata para violín nº1) y Prokofiev (Sonata para violín nº1).

De ellas, explican desde el Auditorio que "Nikolai Medtner fue un compositor y pianista ruso, aunque ya en los años 30 del pasado siglo, se trasladó a Londres donde prácticamente vivió y desarrolló su carrera. Adversario irreductible de la música contemporánea que estigmatizó en su obra La Musa y la Moda en 1935, fue un postromántico influido por Schumann y Brahms, así como por Rachmaninov, influencias que se aprecian significativamente en su Primera sonata para violín. Los dos primeros movimientos se estrenaron en Moscú en 1910 con el hermano mayor del compositor, Alexander Médtner, como solista y un año después la obra completa. Se trata de una obra compleja que evidencia el don de Médtner para las texturas, el desarrollo de los temas y su dominio formal.

La Sonata n.3 de Brahms, en re menor, fue la última de las sonatas compuestas por el autor para este instrumento. A diferencia de sus sonatas anteriores, está estructurada en cuatro movimientos y muestra un Brahms maduro y conciso en su poder expresivo. Sus compases de apertura sotto voce, con el piano tenue y agitado a través de su ritmo sincopado, sus largos desarrollos sobre una nota pedal que parece evocar golpes de timbal, así como el contraste entre el Scherzo delicado y el tema final escrito a ritmo de tarantella, corroboran una vez más, el dominio extraordinario de los recursos técnicos compositivos del compositor.

Cierra este programa la Sonata n.1 de Prokofiev, otra de las grandes obras de la literatura camerística. Una obra atormentada, escrita entre los años 1938 y 1946, que comienza con un Andante tenso en los bajos del piano, aunque pronto el violín se vuelve protagonista con una melodía dolorosa. La música se torna etérea, mientras el violín interpreta unas notas que se deslizan de forma inquietante, como «el viento en un cementerio», según explica el propio compositor. Le sigue un Allegro brusco que contrasta con el Andante, mucho más nostálgico y soñador, que se va transformando de forma desoladora hasta finalizar con unos trémolos escalofriantes en el violín. Su cuarto movimiento, Allegrissimo, abre con un tema alegre y juguetón aunque su brillo pronto se ve amenazado de nuevo por la tensión inicial de la obra, donde la música se torna sombría, con un cierto aire de desesperación que parece describir los acontecimientos históricos que condicionaron su composición".

Más información.