Caleidoscopio musical
Artistas como Alexander Melnikov, Jörg Widmann, Vladimir Jurowski o Mirga Gražinytę-Tylą se dan cita en el Musikfest Berlín
Podría decirse que el Musikfest Berlín es al mismo tiempo el último de los festivales de verano y el primero de los festivales con los que se abre la temporada al uso, reuniendo a las principales orquestas, directores y solistas internacionales en la mítica Philharmonie berlinesa. Fruto de una colaboración entre la Filarmónica de Berlín y el ente Berliner Festspiele, que aglutina varios festivales de diversos géneros, la cita se ha convertido ya en una ocasión ineludible para los melómanos de media Europa, algutinando una oferta amplia y variada, donde se dan cita todos los repertorios y tendencias interpretativas. Un verdadero caleidoscopio musical.
En esta ocasión tuvimos la posibilidad de asistir a conciertos muy diversos y variados: por un lado una propuesta didáctica comandada por el pianista Alexander Melnikov, con la B´Rock Orchestra, en torno al Concierto para piano no. 1 de Beethoven; por otro lado una nueva actuación de la Sinfónica de Kiev, en el marco de colaboración establecido con la Filarmónica de Berlín desde la irrupción de la guerra en Ucrania; el debut como director al frente de los Berliner Philharmoniker del también clarinetista Jörg Widmann, a la sazón compositor residente de la formación durante esta temporada; y dos citas con orquestas asentadas en Múnich, por un lado la Bayerisches Staatsorchester con su titular Vladimir Jurowski, y por otro lado la Filarmónica de Múnich a las órdenes de Mirga Gražinytė-Tyla.
Una gran experiencia pedagógica
Berlín. 10/09/2023. Philharmonie. Musikfest Berlin. Beethoven: Concierto para piano no. 1. B´Rock Orchestra. Alexander Melnikov, piano, dirección y presentación.
En el marco de una iniciativa llamada 'Academia de oyentes' (Listeners Academy), el pianista Alexander Melnikov y la B´Rock Orchestra presentaron una matiné con un formato ciertamente innovador. En torno al Concierto para piano no.1 de Beethoven el solista articuló una suerte de clase magistral ilustrada, tanto por él mismo como por la citada orquesta. El resultado fue una gran experiencia pedagógica, construida como un viaje por la memoria auditiva y al efecto de reconstruir las bases de la música concertante, tal y como ésta eclosionó en el Romanticismo.
Más allá de su probada solvencia como un excelente pianista, Melnikov sorprendió esta vez por sus dotes como divulgador, con unas capacidades comunicativas -sin exagerar- a la altura de un Leonard Bernstein. Y es que tanto el formato planteado como el tono escogido supieron compaginar a la perfección el acento divulgativo con el rigor musical, sirviendo un discurso con varias capas de lectura, en función del recorrido personal como oyentes de cada uno de los espectadores. Los ejemplos interpretados, con fragmentos de J. S. Bach, C. P. E. Bach, Monteverdi, Haydn, Mozart y el propio Beethoven hicieron las delicias de los asistentes.
El formato mismo es una iniciativa del propio Melnikov al que cabe aquí alabar el gusto de tan fantástico planteamiento. Brillante comunicador y pianista virtuoso, construyó una propuesta didáctica con calado académico pero absolutamente accesible, con toques de humor pero sin caer en recursos fáciles. El concierto, como cabía esperar, se completó con la interpretación del citado primer concierto para piano de Ludwig van Beethoven, con Melnikov al frente de un piano contemporáneo del compositor, de sonoridad fascinante, tanto como el desempeño de la mencionada B´Rock Orchestra, una formación belga con sede en Gante, fundada en 2005 y a la que sin duda conviene seguir de cerca. Su concertino, Afanasy Chupin, es un auténtico virtuoso, dicho sea de paso.
Hacer música en el exilio
Berlín. 10/09/2023. Philharmonie. Musikfest Berlin. Obras de Verbitski, Schumann y Beethoven. Orquesta Sinfónica de Kiev. Ludwig Quant, violonchelo. Luigi Gaggiero, dirección musical.
Es realmente admirable la iniciativa articulada por la Filarmónica de Berlín para acoger a la Sinfónica de Kiev en su programación, desde que la irrupción de la invasión rusa de Ucrania forzase a la orquesta en cuestión a abandonar su sede y su actividad regular en su país de origen. Desde entonces la formación ha incrementado su presencia en algunas salas de conciertos europeas, actuando incluso en Madrid, en junio de 2022, en ocasión de la cumbre de los líderes de la OTAN.
No obstante, sin duda ha sido la Philharmonie berlinesa la sala que ha acogido a la formación ucraniana con mayor determinación. No en vano, está previsto que vuelvan a actuar allí el próximo mes de enero. En esta ocasión, nuevamente liderados por su director titular, el percusionista italiano Luigi Gaggiero, defendieron con ahínco y desenvoltura un programa exigente, coronado por la icónica Quinta sinfonía de Beethoven. Previamente pudimos escuchar también la Sinfonía no. 5 del compositor ucraniano Myjaylo Verbitski (1815 - 1870) y el Concierto para violonchelo de Schumann, con Ludwig Quant, el principal cello de los Berliner, como solista.
Sin ser una formación descollante, lo cierto es que escuchar su desempeño en la sala de cámara de la Philharmonie permitió disfrutar de un trabajo muy esmerado, de vibrante articulación y gran transpariencia en el diálogo entre secciones. En cualquiera de los casos, lo importante aquí no era tanto el resultado musical propiamente dicho sino la reivindicación política que trae consigo un concierto de esta naturaleza, demostrando la cultura berlinesa, una vez más, su compromiso con Ucrania.
Un artista total
500 años de legado sinfónico
Berlín. 11/09/2023. Philharmonie. Musikfest Berlin. Obras de Polevá, Berg y Strauss. Bayerisches Staatsorchester. Vilde Frang, violín. Vladimir Jurowski, dirección musical.
En ocasión de su 500 aniversario, que se dice pronto, la Bayerisches Staatsorchester ha emprendido una gira por varias capitales europeas que recaló también el Musikfest Berlín. Esta centenaria formación cuenta en su haber con una nómina verdaderamente legendaria de batutas titulares: Hans von Bülow, Hermann Levi, Richard Strauss, Felix Mottl, Bruno Walter, Hans Knappertbusch, Clemens Krauss, Georg Solti, Rudolf Kempe, Ferenc Fricsay, Joseph Keilbert, Wolfgang Sawallisch, Zubin Mehta, Kent Nagano, Kirill Petrenko y actualmente Vladimir Jurowski. Impresionante.
El citado Vladimir Jurowski, titular del conjunto desde 2021, es uno de esos directores infalibles, cuya inspiración podrá oscilar más o menos en función de las circunstancias, pero cuyo compromiso con la música que dirige es absolutamente intachable. Concentradísimo, con una mezcla de calma y seguridad que asombra, con una técnica sencilla pero meridiana, lideró en Berlín un programa brillantemente hilado, con una inspiradísima obra sinfónica de la compositora ucraniana Victoria Vita Polevá (Kiev, 1962), el célebre Concierto para violín de Alban Berg y la extraordinaria Sinfonía alpina de Richard Strauss.
La obra de Polevá captó de inmediato la atención de los asistentes gracias a un trabajo de orquestación esmeradísimo, capaz de generar una tímbrica muy propia. Bajo el desasosegante y evocador título de 'Entierro blanco', la autora ucraniana desgrana lo que a veces se ha caracterizado como un "minimalismo sagrado", en referencia precisamente a esa iteración tímbrica tan bien labrada con la que mantiene en pie su propuesta sinfónica. El resultado de esta llamada Sinfonía no. 3 se acerca más bien a la naturaleza de poema sinfónico con ribetes de requiem, con frases amplias y sostenidas, casi como un lamento sin fin. Una obra interesantísima, comandada por Jurowski con absoluta autoridad.
La violinista noruega Vilde Frang fue la solista escogida para el concierto de Berg, una obra que domina con contrastada determinación. Es increíble como algunos solistas logran hacer fácil lo difícil, sencillo lo elaborado; y qué impresionante es este concierto, encabezado 'A la memoria de un ángel' (Dem Andenken eines Engels) y convertido finalmente en una suerte de requiem involuntario, dado el fallecimiento de su autor poco después del estreno. Una pieza absolutamente fundamental en el repertorio para violín del siglo XX, mucho menos interpetada de lo debido.
El broche vino de la mano de un Strauss absolutamente memorable, grandioso. Qué espectaculo el que ofreció la Bayerisches Staatsorchester con esta partitura. Qué derroche de sonido, qué domino en todas sus secciones. Y qué manera de frasear por parte de Jurowski, con una lectura sumamente transparente y al mismo tiempo épica, casi visual. Espectacular versión de la Alpensinfonie, quizá la mejor que recuerdo haber escuchado en vivo.
Mahler, siempre Mahler
Berlín. 12/09/2023. Philharmonie. Musikfest Berlin. Filarmónica de Múnich. Mahler: Sinfonía no. 2. Mirga Gražinytė-Tyla, dirección musical.
Por fin tuve ocasión de ver dirigir a Mirga Gražinytė-Tyla (Vilna, 1986), quien se me había escapado ya en varias ocasiones por imponderables diversos. En esta ocasión la maestra lituana regresaba nuevamente al frente de la Filarmónica de Múnich, una formación con la que viene asentando un vínculo cada vez más fructífiero y regular. No en vano, se barajó su nombre como una posible candidata a suceder a Valery Gergiev al frente del conjunto, antes de que se anunciase finalmente la elección de Lahav Shani como batuta titular. Sea como fuere, es indudable que Gražinytė-Tyla se ha hecho un hueco entre las batutas más solicitadas y comentadas de la actualidad. En España tendremos ocasión de contar con ella en el foso del Teatro Real el próximo invierno, al frente de La pasajera de Weinberg, un compositor que la directora lituana ha reivindicado con ahínco bajo el sello discográfico de Deutsche Grammophon.
Para esta gira que recalaba también en Berlín la Filarmónica de Múnich había escogido la segunda sinfonía de Mahler, obra icónica donde las haya y precisamente estrenada en la capital alemana el 13 de diciembre de 1895, a las órdenes del propio compositor. La versión desplegada aquí por Mirga Gražinytė-Tyla fue singularmente épica e incisiva, a veces un poco más galopante y briosa de la cuenta. De lo que no hay duda es de que la lituana posee una idea bastante plástica y orgánica de la dirección musical. Así lo transmiten al menos su gesto, enfático y de gran dinamismo, y su actitud en el podio, de una seguridad apabullante.
El resultado fue un Mahler de tiempos más ágiles, aunque no por ello necesariamente más cortos en su duración final, y a decir verdad un poco grandilocuente, más de grandes rasgos que de pequeñas filigranas. Más impulsivo que emocionante, en términos anímicos. Pero no deja de ser Mahler, uno de sus obras más personales e impresionantes, no ya por el despliegue colosal de medios sino por el pathos que respira la obra a cada compás. Y con estos mimbres, también gracias al impresionante Philharmonischer Chor München, fue imposible no asombrarse ante esta música tan extraordinaria. De las dos solistas congregadas brilló con luz propia la mezzosoprano Okka von der Damerau, en la mejor tradición de las Ludwig, Baker y compañía. En cambio, dejó un tanto que desear la contribución de la soprano estadounidense Talise Trevigne, de medios algo apocados, desde luego insuficientes en proyección para este cometido.