Desde el foso con amor
Bayreuth. 27/07/24. Bayreuther Festspielhaus. Wagner: Parsifal. Andreas Schager (Parsifal), Georg Zeppenfeld (Gurnemanz), Ekaterina Gubanova (Kundry), Derek Welton (Amfortas) y otros. Jay Scheib, dirección de escena. Pablo Heras-Casado, dirección musical.
El amor artístico entre Pablo Heras-Casado y Wagner en Bayreuth se ha vuelto a refrendar con otro éxito musical de nuevo con Parsifal. Si el director granadino asombró al mundo en su debut con la premiere de este nuevo Parsifal, en 2023, con gafas de realidad aumentada propuesto por Jay Scheib, y convenció a la siempre exigente crítica alemana, este 2024 su lectura ha cambiado y madurado.
Casado, propone su lectura de Parsifal aunando colores y matices, con un fraseo natural y fresco por parte de los violines y un cuidado muy texturizado entre las secciones. Una lectura global que aunó detallismo en las dinámicas, contrastes en unos tempi de cuidado refinamiento, algodonada atención a las voces y claridad, por encima de otras lecturas que escarban en la solemnidad de la ópera.
La orquesta del Festival de Bayreuth respondió con su magnífico sonido y calidad con las que tiene acostumbrado al peregrino que acude a la Verde Colina. La experiencia de escuchar y vivir un Parsifal aquí sigue siendo inenarrable, la fantasía mediterránea de Heras-Casado desde el foso místico volvió a aparecer, más sofisticada pero sin perder un carácter siempre vivo y nunca discursivo. Las ovaciones del público a su salida a saludar dieron muestra del idilio bayreuthiano que apunta a nuevos éxitos futuros.
El anuncio de que en 2028 dirigirá una nueva producción del Ring, confirma al granadino como el director español actual especialista en Wagner más demandado y codiciado -no olvidemos que será también él el encargado de estrenar el Anillo de Calixto Bieito en París-. Por motivos económicos, la plantilla del afamado coro del Festival este año ha sido reducido en un pequeño porcentaje Por suerte, ni la calidad ni el famoso sonido homogéneo, de hermosos equilibrios entre las secciones, ni su magnífico resultado global han mermado su calidad.
Su director Eberhard Friedrich, recibió el galardón del Anillo de la ciudad de Bayreuth el verano pasado. Un premio concedido por la ciudad a poquísimos protagonistas de la historia del Festival como fueron: Wolfgang o Wieland Wagner, Astrid Varnay, Wolfgang Windgassen o los dos directores del coro del festival previos a Friedrich: Wilhem Pitz y Norbert Balatsch.
Un trabajo coral maravilloso que hacen de esta ópera una experiencia sensorial única en el mundo y que tiene su cenit solo in situ en el Festspielhaus. Entre el reparto brilló el timbre sonoro y heroico del tenor Andreas Schager. Con un canto siempre abierto y valiente, de fraseo ajustado y con atención a la articulación y momentos de matices bien resueltos. Quizás no sea el timbre más atractivo, más bien leñoso y duro, pero de una versatilidad y contundencia sin paliativos.
Quien vive una extraordinaria madurez artística y vocal es el bajo alemán Georg Zeppenfeld, quien ofreció un Gurnemanz a todas luces excelso. Dueño de un instrumento de bellos harmónicos, generoso y potente, de bellísimo color azabache y timbre pulido y cavernoso, además de una articulación modélica y un fraseo de ensueño. Sus monólogos recordaron a los cantantes legendarios que han protagonizado aquí la época de oro del canto wagneriano. Una voz para disfrutarla en vivo como pocas existen en la actualidad y que forma parte de las bazas incuestionables del Festival. Protagonista indispensable y favorito del público quien atronó con fervor a cada aparición suya en los saludos finales.
Ekaterina Gubanova fue una Kundry idónea gracias a su entrega y profesionalidad. De instrumento pulido y sonoro, esta vez sin embargo terminó cansada y calante en sus últimas intervenciones del segundo acto. El barítono hawaiano Jordan Shanahan fue un Klingsor de atractiva vocalizad basada en un canto flexible y comunicativo, de timbre sedoso y convincente a nivel teatral.
También convenció el barítono australiano Derek Welton, quien lleva especializándose en el repertorio wagneriano con holgada adecuación. Su Amfortas tuvo seguridad de registro, atención al detalle, homogeneidad tímbrica y una notoria declamación sin caer en la afectación. Un cantante en progresión quien ya ha debutado como Wotan esta temporada y que apunta a poderlo ser en el nuevo Ring del futuro en Bayreuth.
El bajo alemán Tobias Kehrer cumplió sin problemas como Titurel, con un instrumento sano y en forma alejándose de dar este rol a voces ya en decadencia. Contrastadas, bien equilibradas y empastadas a nivel tímbrico y con un resultado global satisfactorio las muchachas flor en su seductora escena del segundo acto.
Entre los roles secundarios, volvió a demostrar su solvencia y versatilidad el tenor Jorge Rodríguez-Norton como escudero junto a otras llamativas voces como la del tenor sudafricano Siyabonga Maqungo como Caballero del Grial o el también tenor estadounidense Matthew Newlin (Escudero).
La producción de Jay Scheib, ha enriquecido su oferta 3D desde las dichosas gafas de realidad aumentada, pesadas, incómodas y muy poco agradables de llevar puestas. Así con todo, su propuesta naturalista en contra del consumo y explotación de los minerales con los que trabaja a destajo la industria de la tecnología actual para su uso en smartphones, coches eléctricos u ordenadores, sigue sin aportar nada nuevo bajo el sol. De escenografía, vestuario y colorido feísta, con una dirección de actores correcta, la propuesta aburre por monotemática, repetitiva y poco imaginativa. Ni siquiera la mejora en la variedad de los diseños 3D para las gafas, consigue insuflar interés en una producción que no alza el vuelo más allá de un punto de partida ecologista de escaso estímulo y peor resultado dramatúrgico.
Foto: © Enrico Nawrath