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Macbeth habla francés

Parma. 13/10/2024. Festival Verdi. Teatro Regio. Verdi. Macbeth. Ernesto Petti (Macbeth), Riccardo Fassi (Banquo), Lidia Fridman (Lady Macbeth), Luciano Ganci (Macduff). Coro del Teatro Regio de Parma. Orquesta Filarmónica Arturo Toscanini. Dirección de escena: Pierre Audi. Dirección Musical: Roberto Abbado.

Giuseppe Verdi recibe en 1864 (había habido un intento anterior en 1852) el encargo, por parte del parisino Théâtre Lyrique Impérial, de hacer una versión francesa de su ópera Macbeth, estrenada en Florencia en 1847. En un principio pensó en incorporar  pequeños retoques: incluir el imprescindible ballet exigido por los aficionados franceses y un coro final. Pero en última instancia el compositor emprendió una revisión completa de la ópera (que se han mantenido en italiano como la versión más común representada en nuestros días), e introdujo nuevo material musical para los dos protagonistas, suprimió alguna aria, dándole a toda la ópera un aire diferente, más completo y dramático, acorde a cómo veía y sentía Verdi su trabajo en ese momento de su carrera. Contó otra vez con la colaboración (famosamente tumultuosa en esta ocasión) de Francesco María Piave, que había firmado junto a Andrea Maffei la versión original. El libretista rehizo gran parte del acto tercero y creó los versos para las nuevas partes incorporadas. Finalmente, en abril de 1865 se estrenó la obra traducida al francés por Charles-Luis-Étienne Nuitter y Alexandre Beaumont. Esta era la ópera estrella del Festival Verdi de este año. Cantar Verdi en francés en uno de sus templos (el Teatro Regio de Parma) es siempre una apuesta arriesgada y no siempre coronada por el éxito (recordemos la representación en este mismo Festival de Le trouvére). En esta ocasión los resultados han sido más halagüeños.

No debe ser fácil para un barítono italiano preparar en francés un papel tan emblemático del repertorio verdiano como Macbeth. Ernesto Petti demostró que está en plena madurez vocal y se adaptó con profesionalidad a los giros vocales (que son bastante diferentes en acentos, sobre todo) del texto francés. Su instrumento tiene la belleza y la mezcla entre la nobleza, marca de la casa Verdi, y un aire brusco y chulesco que exige el papel del atormentado rey. Estuvo expresivo y demostró su clase en todo momento pero destacaría la escena de los espectros del acto tercero y la famosa aria Honneurs, respect, tendresse, una página suprema de Verdi y en la que el cantante de Salerno estuvo especialmente brillante.

No es fácil, o no lo fue para mí, adaptarme al particular timbre de Lidia Fridman que encarnaba el papel de Lady Macbeth. No es una voz de especial atractivo, pero según fue transcurriendo la representación y el oído se fue adaptando, descubrí la atracción que tiene la voz, lo hipnótica que es y la espléndida capacidad que tiene esta joven soprano rusa para triunfar con veintiocho años en un papel de la categoría de Lady Macbeth. A esa juventud,a esa frescura,a ese poderío en emisión y seguridad en toda la tesitura, va unida a una interpretación convincente y justamente muy aplaudida por el público. Desde el aria y la cabaletta de la carta del primer acto, impecablemente cantadas (perfecta en los agudos, segura en el centro y el grave) hasta la escena del sonambulismo final, Fridman fue construyendo un personaje hierático, frío, y a la vez tremendamente desgraciado. La cantante de origen ruso tiene por delante, vista esta representación, un futuro muy prometedor.

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Ricardo Fassi cantaba sólo una función de las previstas de este título y cumplió con oficio el papel de Banquo. Sin ser arrebatadora la interpretación de su famosa romanza Et tout rappelle à mon esprit, la cantó con intención y buen estilo. Gran nivel, como en otras ocasiones que hemos comentado estos días en el Festival, el del tenor Luciano Ganci como Macduff, que se lució en su famosa aria del cuarto acto Mes fils! Mes fils chéris! Gran noche del Coro del Teatro Regio, dirigido por el veterano Martino Faggiani. Tanto el coro femenino de brujas, que forma parte del trío protagonista junto al rey escocés y su mujer, como el resto de sus compañeros (bellísimo el O patria!  ó noble terre!) demostraron sobradamente el dominio de la música verdiana, esta vez con la dificultad añadida de cantarla en francés. 

Roberto Abbado, director de estas funciones, está habituado a dirigir versiones en francés de las óperas verdianas que la tienen. Fue el responsable musical de Le trouvère  de 2018 que comentábamos más arriba. También abordó las representaciones en concierto de Macbeth (de las que luego apareció una grabación discográfica) que tuvieron lugar en el Festival en septiembre de 2020. Ahora se hace cargo de la obra desde el foso con las mismas garantías que siempre presenta este maestro: seguridad, flexibilidad en los tempi e impecable interpretación del alma verdiana. Realizó un gran trabajo guiando la escena y a una excelente Filarmónica Arturo Toscanini, que cuenta con buenos solistas y se siente muy cómoda en este repertorio. El ballet presentado por el coreógrafo Pim Veulings centra su propuesta en el trabajo de cuatro personajes: uno masculino y tres femeninos, lo que parece ser un guiño al Macbeth de Shakespeare en el que las brujas son tres. El baile, al principio entretenido, se hace demasiado reiterativo en sus movimientos, resultando al final poco estimulante, aunque hay que señalar el excelente trabajo de los bailarines.

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El encargo de concebir esta nueva producción de la parte dramática de la ópera recayó en Pierre Audi. El director francés, también dedicado a la gestión (es el director artístico del Festival de Aix-en-Provence), aborda la ópera de una manera muy respetuosa. No tengo noticias de la reacción del público del estreno (la única vez que el equipo escénico sale a saludar al final de la obra) y si gustó, pero a mi, sin parecerme una genialidad, sí que me transmitió una imagen de sobriedad y respeto hacia la obra. Su trabajo nos es brillante en lo escenográfico (responsabilidad de Michelle Taborelli), usando en los dos primeros actos, o bien unos paneles que enmarcaban toda la escena y que reproducían el bello interior del Regio parmesano o una serie de cortinajes rojos muy sencillos pero muy teatrales, mientras que en la segunda parte el protagonismo lo acaparan una serie de grandes celosías que se mueven según los criterios de la dirección y con una gran fondo acristalado con iluminación interior como único decorado.

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Función fundamental en toda la obra la tiene una plataforma cuadrada central que baja a diversas alturas y por la que pululan los personajes, especialmente los protagonistas y las brujas, todo con una buena iluminación de de Jean Kalman y Marco Filibeck y unos sobrios figurines de Roby Duiberman. Lo que más me interesó de la propuesta es la forma que tiene Audi de mover a los personajes en este escenario con tan pocas referencias. Centra la acción en el gesto, las actitudes, y las reacciones de todos los cantantes y figurantes (pocos, lo que siempre se agradece). El trabajo actoral es básico para definir un Macbeth iracundo pero también con una mezcla de temor y pasión por el poder, una Lady Macbeth fría, distante, de ambigua actitud con su marido y que solo se muestra humana al final de la obra y unas brujas que mantienen una actitud entre sibilas clásicas en la primera parte y brujas medievales en la segunda, una evolución que va pareja al desenlace trágico del drama. 

Encomiable este esfuerzo del Festival, de los cantantes y de los cuerpos estables del Regio para escenificar esta rareza que enriquece el inmenso legado de Verdi.