Trabajar con la cantera
Bilbao. 26/11/2024. ABAO Ópera Bilbao. Palacio Euskalduna. Gaetano Donizetti: Don Pasquale. Enric Martínez-Castignani (Don Pasquale), Sofía Esparza (Norina), Juan Antonio Sanabria (Ernesto), Damian del Castillo (Malatesta), Pedro María Sánchez (notario), Coro de Ópera de Bilbao. Dirección de escena: Emiliano Suarez. Dirección Musical: Sesto Quatrini.
Opera Berri surgió en su momento –y es una idea excelente- con una doble intención: dar oportunidad a cantantes de proyección y, por otro lado, ofrecer entradas económicas para acercar a la ópera a un público nuevo. Es decir, trabajar con la cantera en las dos vías: artistas y público. Y sigue siendo una idea digna de reconocimiento porque sin consolidar el público del futuro con los artistas del futuro este arte puede tenerlo muy complicado.
He estado en la inmensa mayoría de las funciones de este proyecto y siempre he advertido ese público tan feliz como temeroso ante su acercamiento a la ópera, cargado con una cierta dosis de ingenuidad y que vive la función desde la libertad y la espontaneidad. Lo de los cantantes jóvenes se ha ido, poco a poco, diluyendo y aunque aún quede algo de esa intención, Opera Berri se parece cada vez más a un segundo reparto convencional con precios asequibles, lo que tampoco está nada mal.
En una organización conservadora como la ABAO, las funciones de Opera Berri (casi) siempre apuestan por títulos pata negra ya que algunos dirigentes están absolutamente convencidos de que son los únicos a través de los cuales puede acercarse un nuevo público. Otros no estamos de acuerdo pero como no tenemos ni voz ni voto… En este caso se apostó por Don Pasquale, una joya bufa y una de las óperas más hermosas de Donizetti.
Los aspectos escénicos de la propuesta de Emiliano Suárez no han cambiado y me remito a las apreciaciones de mi compañero Alejandro Martínez en su crítica de la función del día del estreno. Quizás no comparta todas sus valoraciones pero sí lo sustancial: que la idea funciona y que aunque se crean algunas situaciones poco creíbles –si Norina trabaja de limpiaplatos en la pizzería de Don Pasquale, es difícil que este no la conozca de nada o la increíble transformación de la apocada Sofronia monjil en una joven de rompe y rasga- la idea no deja de ser interesante.
Vocalmente las novedades fueron tres y en opinión de quien firma esta reseña, con resultados bien distintos. Si Francesco Demuro deslumbró como Ernesto, Juan Antonio Sanabria no fue a la zaga en adecuación estilística. Quizás falto de volumen, pero Sanabria marcó el cénit de la noche en su doble intervención Com’é gentil y el inmediato dúo con Norina Tornami a dir. Una voz hermosa, bien emitida y, sobre todo, con un gusto para cantar que se agradece en estos tiempos en los que parece que lo que importa es solo el volumen.
Su enamorada ha sido la navarra Sofía Esparza, a la que he podido escuchar en numerosas ocasiones a pesar de su juventud. Esparza es una soprano de voz cristalina y que también sabe tener buen gusto. Reconozco que me dejó algo perplejo que en varios momentos renunciara a los agudos tradicionales –por ejemplo, al final del segundo acto-. Tengo el convencimiento personal de que no es dificultad técnica así que no soy capaz de entender de quien ha sido la última decisión y las razones de ella.
El papel principal recayó en Enric Martínez-Castignani y aquí sí creo que salimos perdiendo ostensiblemente. Hay dos posibles vías –permítaseme la reducción- de abordar un papel como el de este viejo gruñón incapaz de asumir su soledad: la basada en la actuación histriónica (escuela de Fernando Corena) y la basada en el canto bufo (por ejemplo, Enzo Dara) que no ha de suponer menoscabo del humor. Ya lo viví en un don Bartolo, en el mismo ciclo de Opera Berri con Il barbiere di Siviglia, allá por 2016 y vuelvo a decir lo mismo: Martínez-Castignani es un buen actor y su apuesta es por la actuación, pero la línea de canto queda emborronada y a mí, personalmente, me acaba saciando. Los recitativos se declaman mas que se cantan y todo queda hipotecado por la vía actoral.
El resto de solistas estuvieron tal y como quedaron reseñados en la crítica del estreno y al coro le advertí cierta descoordinación. Sesto Quatrini vuelve a apostar por una dirección muy atenta para con los cantantes , cosa lógica pues era su única intervención en este ciclo de funciones. Se decidió bisar el final del Chetti, chetti, otra de las tradiciones que se van imponiendo en la lírica… aunque no lo pida nadie.
El Palacio Euskalduna presentaba una entrada espectacular, quizás cerca del 90% y este público, como ocurre siempre en esta función, fue mucho más activo que el soso abonado de toda la vida. Es una gozada ver las caras de satisfacción de muchos al salir del recinto y tratar de digerir lo que ha podido ser su primera experiencia operística.
Fotos: © E. Moreno Esquibel