Bruckner5_OCNE_c.jpeg

El espejo

Madrid. 24/11/2024. Auditorio Nacional. Bruckner: Sinfonía no. 5. Orquesta Nacional de España. David Afkham, dirección musical.
 
Ha llegado un momento en el que a la Orquesta Nacional de España se la puede comparar o medir consigo misma. Me refiero al hecho de que durante este tiempo, diez años ya bajo la batuta de David Afkham, la formación ha progresado mucho, muchísimo en muy diversos ámbitos: solvencia en la ejecución, consistencia del sonido, familiaridad con diversos repertorios… 
 
Junto a autores como Beethoven o Mendelssohn, también Bruckner y Mahler, los últimos coletazos del sinfonismo romántico, se han convertido en platos habituales en el menú de nuestra orquesta. Y aunque nos hayamos acostumbrado a ello, no es en absoluto frecuente que las formaciones de nuestro país se manejen con desenvoltura en estas lides. 
 
Todavía con margen de evolución por delante, obviamente, lo cierto es que la ONE ha llegado a un nivel en el que puede mirarse al espejo y preguntarse si ha estado a su altura, no ya solo a la altura de la música que interpretan sino a la altura del listón de excelencia que la propia formación se ha marcado durante esta década.
 
Y digo esto porque esta Quinta de Bruckner que nos ocupa estuvo muy bien resuelta pero no fascinó como si lo habían hecho algunas versiones previas de otras sinfonías del genio de Ansfelden, de quien por cierto se conmemora este año el 200 aniversario. Tanto la Sexta de marzo de 2023 como la Octava del pasado enero abundaron en una mayor fascinación. Recuerdo en aquellas más dinamismo, más contrastes, una mayor desenvoltura teatral.
 
Bruckner5_OCNE_a.jpeg
 
En esta ocasión, en cambio, tuve la impresión de cierta inercia en el hacer de Afkham -quien volvió a tomar la batuta, por cierto, tras años dirigiendo con las manos-. Es cierto que la Quinta no posee la integridad y consistencia de otras sinfonías de Bruckner, como las citadas. Su estructura es una sucesión de temas que casi nunca se resuelven; en cierto modo es una sinfonía anticlimática y de extraña arquitectura, quizá una de las más complejas del catálogo bruckneriano. 
 
Sea como fuere, las cosas fueron de menos a más tras un Adagio algo confuso y demasiado medido, pausado en exceso. El desafiante y bellísimo movimiento lento estuvo mucho mejor hilado, buscando Afkham un clima de misterio e intimidad; y lo mismo cabe decir del Scherzo, muy bien aquí la batuta incidiendo en el Molto vivace, remarcado incluso como Schnell, con esa evidente reminiscencia del ländler. Lo mejor de la ejecución estuvo sin duda en el Finale, más inspirado el conjunto, atriles y batuta, y con un sonido realmente restallante y firme. 
 
De la Nacional cabe destacar el hacer de sus maderas, singularmente la flauta de Pepe Sotorres y el oboe de Robert Silla. Impecable también Juanjo Guillem en los timbales y notable la cuerda, singularmente primeros violines y contrabajos. Un punto por detrás, en líneas generales, quedó el metal, con ataques no siempre nítidos y alguna nota incierta. 
 
David Afkham dejará su puesto en la Nacional en septiembre de 2026. Todavía no conocemos el nombre de su sucesor aunque se precipitan los rumores sobre varias candidaturas. Sea quien sea el elegido o elegida para sucederle, tendrá sin duda un gran reto por delante. Es evidente que en estos diez años la ONE se ha puesto a sí misma el listón muy alto.  

Bruckner5_OCNE_b.jpeg

Fotos: © Rafa Martín