© Toni Bofill
Destellos crepusculares
Barcelona, 8 de abril de 2025. Palau de la Música Catalana. Diana Damrau, soprano. Jonas Kaufmann, tenor. Helmut Deutsch, piano.
Nueva visita al Palau de la Música del trío formado por la soprano Diana Damrau, el tenor Jonas Kaufmann y el pianista Helmut Deutsch quienes, los últimos, han presentado tres Liederabend en el recinto modernista. El primero fue en 2018 y estuvo centrado en el Italiansches Liederbuch de Hugo Wolf, en 2022 plantearon un programa en torno a las canciones de Robert Schumann y Johannes Brahms mientras que en esta ocasión los compositores escogidos han sido Richard Strauss y Gustav Mahler. Este lapso de siete años ha permitido observar la evolución vocal de dos grandes cantantes que han protagonizado carreras extraordinarias y este tercer recital comprobar también que, desde un punto de vista vocal, su momento de esplendor está ahora en perceptible declive. Eso sí, quien tuvo retuvo y destellos de gran clase aparecieron, aunque de forma fugaz.
El que sigue en plena forma y parece que para él no pasen los años es el pianista Helmut Deutsch que volvió a demostrar, por enésima vez, que es uno de los mejores acompañantes de Lied de los últimos años. Siempre en su lugar en lo que respecta a fraseo y volumen, sin estridencias, pero infalible, no solo conoce al dedillo el repertorio y lo toca como los ángeles, sino que sigue, o más bien guía a los cantantes con auténtico magisterio. A Damrau y Kaufmann los conoce desde hace muchos años, ha sido su pianista de cabecera en la faceta liederística de ambos y eso se nota en detalles como la respiración y el juego de dinámicas particular de cada uno de ellos a los cuales el pianista se adapta en todo momento. En global, su aportación debe ser calificada como la más redonda del terceto.
La extensa primera parte del recital estuvo íntegramente dedicada a Richard Strauss y fue la menos convincente. En el primer bloque los cantantes se alternaron para interpretar los 8 Gedichte aus Letzte Blätter, op. 10. Abrió el fuego Kaufmann con el famoso Zueinung, algo sorprendente teniendo en cuenta que esta canción acostumbra a ser una agradecida propina. Con la voz aún fría, el tenor mostró una emisión leñosa y perceptibles dificultades en la frase final mientras que, en la posterior Die Nacht el juego de medias voces se vio perjudicado por cambios de posición constantes que afectaron negativamente al sonido y la afinación. Las cosas mejoraron un tanto en la siguiente, Geduld, en la que el instrumento se mostró más sólido y caldeado, por momentos incluso seductor, recordando al Kaufmann de los mejores años, pero en general se le vio un tanto incómodo y poco expresivo.
Tampoco Diana Damrau tuvo su mejor noche, quizás aquejada de algún resfriado pues tosió sonoramente en diversas ocasiones durante el recital. Su repertorio era menos agradecido que el de su partenaire, asumiendo canciones como Nichts en su primera intervención o Amor, con la que cerró la primera parte, que requieren una flexibilidad de articulación y ligereza de sonido que la soprano -que en los últimos años ha asumido papeles de calado más dramático que en sus inicios- ya no posee. La coloratura fue pesante y poco precisa y la emisión en la zona aguda un tanto descontrolada. Tampoco en canciones de carácter más intimista, como Allerseelen, logró conmover a causa de una tendencia al amaneramiento en fraseo y gestualidad.
El primer bloque de la segunda parte estuvo dedicado a Gustav Mahler. Si las cosas con Strauss no acabaron de funcionar, con las canciones del compositor bohemio el nivel subió ostensiblemente. En esta ocasión, en lugar de alternar canciones como en la primera parte, cada cantante interpretó por separado piezas de dos de los grandes ciclos liederísticos de Mahler. La soprano cantó cinco canciones vinculadas al universo Des Knaben Wunderhorn entre las cuales destacó una sensible versión de Ablösung im Sommer, de Lieder und Gesänge aus der Jugendzeit. Por su parte, Kaufmann cantó los Rückert Lieder, con la notoria y poco comprensible excepción de Um Mitternacht. Pese a esta omisión, este ciclo constituyó lo más destacado del recital. Con el instrumento más templado, el tenor fraseó con clase y sensibilidad cada una de las canciones, magníficamente arropado por el piano de Helmut Deutsch, acabando con una conmovedora versión de Ich bin der Welt abhanden gekommen que demuestra lo dicho. Quien tuvo, retuvo.
En la parte final, retomando Lieder de Strauss, los cantantes se mostraron más seguros y comunicativos, especialmente en una preciosa versión de Morgen a cargo de la soprano y una contundente interpretación de Cäcilie por parte del tenor para cerrar el programa. En cuanto al resto, final festivo con baile incluido, pese el comprensible enfado de Kaufmann por un constante retumbar de teléfonos móviles injustificable y vergonzoso.
Fotos: © Toni Bofill