Una mujer con raíces
Cómo llegué a ser compositora. Errollyn Wallen. Liburuak. Vizcaya, 2024.
He de reconocer que no conocía a la compositora (y muchas cosas más relacionadas con la música) Errollyn Wallen nacida en Belice en 1958 y criada desde los dos años en el Reino Unido. La publicación de su autobiografía este mismo año en su país, Cómo llegué a ser compositora, traducida y editada ahora en España por la editorial vasca Liburuak, supone un soplo de aire diferente dentro de la bibliografía que solemos repasar en esta sección de Platea Magazine. Wallen es una mujer polifacética que se formó como bailarina, estudió música en distintas prestigiosas instituciones de Inglaterra y su variada carrera se ha desarrollado (se está desarrollando) entre las Islas Británicas y Estados Unidos. Pero Wallen es muchas cosas más que vamos descubriendo a través de este libro-miscelánea que se salta las convenciones de las biografías al uso y es más un cuaderno, una recopilación de experiencias, de momentos, de recuerdos, y que, como la propia escritora nos dice, puede leerse a saltos, como el caballo del ajedrez o como nos enseñó Cortázar en Rayuela. No hace falta leerlo seguido ni por el orden establecido. El lector es libre de picar aquí o allá, construyendo el puzzle de la vida y la obra de esta artista tan singular.
La trayectoria de Wallen es rica y diversa y tiene diversos hitos que se van descubriendo según vas buceando en su libro. Siempre comprometida con su raza e influida en muchas ocasiones por sus raíces caribeñas, sus obras tienen nexos comunes con estas líneas fundamentales de su trabajo, pero también con todo el mundo que la rodea. Este aspecto de su vida, que me atreveré a llamar con esa manida palabra que es multiculturalidad, aparece a lo largo de todo su relato, pero, especialmente, me han gustado las pinceladas que va trazando sobre este tema en el capítulo “Commonwealth clásica”. Es también una mujer permeable a los momentos históricos vividos. En “Un año en Cambridge” nos relata cómo compuso una de sus obras más conocidas, su homenaje a Nelson Mandela, In Our Lifetime para barítono y cinta (1990), que fue coreografiada posteriormente para la London Contemporary Dance Company. Vamos comprobando según avanzamos en la lectura que recibe diversas influencias a la hora de componer. Ella misma lo cuenta en “Este cuadro es parte del cuadro” donde repasa el origen, el germen de algunos de sus trabajos musicales. Este capítulo empieza con una clarificadora afirmación: «La inspiración puede venir de cualquier parte: el sonido del tráfico, una lavadora, el mar… o, como ocurre muchas veces, las notas están ya ahí, esperándome en el piano».
Quizá lo más destacado de este libro sea su absoluta variedad, su enfoque honesto y sincero, sin un ápice de egolatría o dar otra imagen que la que Wallen tiene de sí misma. El lector pasa de conocer su etapa como componente de un grupo pop a escuchar lo que es el amor para ella o relatar una excursión a Tanzania. Es una lectura amena y que logra que empatices con la autora y aprecies su forma de contarnos sus experiencias, su vida.
Ha sido un placer conocerla, Sra. Wallen.