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Un sabor especial

Barcelona. 08/12/2024. Palau de la Música. Puccini: Tosca. Carmen Solís (Tosca). Enrique Ferrer (Cavaradossi). Manuel Mas (Scarpia). Pau Armengol (Sagrestano). Juan Carlos Esteve (Angelotti) y otros. Orquestra Simfònica del Vallés. Òpera a Catalunya. Sergi Roca Bru, dirección musical.

Las visitas de la Fundació Òpera de Catalunya al Palau de la Música tienen un sabor especial. Estas funciones de tarde se dan cuando la producción ya está rodada, adaptando el aparato escénico a las características del auditorio modernista. Con ello se desplaza a un plano secundario la puesta en escena, que en Sabadell acostumbra a ser sota, caballo y rey y permite centrarse especialmente en el trabajo musical, tanto de la orquesta como de los solistas. Si a esas condiciones le añadimos un público fiel que abarrota el recinto en cada una de las representaciones sin ningún tipo de prejuicios y con ganas de pasarlo bien, en general uno sale del Palau con cara de satisfacción.

En esta ocasión el título era Tosca, segundo pucciniano de la temporada tras La bohème inaugural, y es que la FOC se ha tomado realmente en serio el centenario de la muerte del último titán de la ópera italiana. Si en el caso del primer título cabe la posibilidad, hasta cierto punto, de contar con voces jóvenes, este no es el caso de Tosca, que requiere cantantes de fuste para asumir los roles protagonistas. Así pues, los encargados de interpretar a Floria, Mario y el Barone fueron la soprano Carmen Solís, el tenor Enrique Ferrer y el barítono Manuel Mas, que se alternó en estas funciones con Luis Cansino. A la batuta estuvo el joven director sabadellense Sergi Roca Bru, actualmente Kapellmeister del Schleswig-Holsteinisches Landestheater en Flensburg (Alemania). 

La Orquestra Simfònica del Vallés sonó, en líneas generales, compacta a las órdenes de Sergi Roca Bru, quien ya la había dirigido en Madama Butterfly y, precisamente, Tosca en 2021. El primer acto funcionó especialmente bien, teniendo en cuenta que en estas funciones la orquesta se sitúa detrás de la escena con todo lo que eso dificulta la concertación. Pero Roca Bru mantuvo un buen pulso narrativo, extrayendo un sonido equilibrado del conjunto pese a puntuales excesos de los metales, sí como precisión rítmica y en la concertación. Los actos segundo y tercero requieren una gran capacidad para recrear atmósferas, sean cargadas de tensión como en el segundo o transparentes como en el inicio del tercero, y en ese aspecto la lectura orquestal quedó algo corta de vuelo y matices. Ello no fue óbice para el merecido reconocimiento final que obtuvieron conjunto y director, como también el Cor Amics de l’Òpera de Sabadell, que en cada representación raya a mayor nivel. Es, sin duda, el fruto del gran trabajo de la FOC durante los últimos años que ahora, tras la retirada de Mirna Lacambra, recaerá en Jordi Torrents. Toda la suerte del mundo para él y su equipo.

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La sorpresa agradable de la tarde fue el notable Scarpia del valenciano Manuel Mas. Aunque en un principio su voz pareció demasiado lírica para un papel que requiere prácticamente un instrumento de bass-baryton, Mas exhibió una solidez insultante en todo momento gracias a una excelente técnica y utilización de los resonadores craneales que le aportaron la proyección necesaria para superar números como el Te Deum. Supo sortear con inteligencia los pasajes más graves y se mostró valiente en todas sus acometidas. Su Scarpia fue más lascivo y violento que aristocrático, aspecto que podría cuidar más, pero su actuación mereció la enorme ovación que recibió.

Enrique Ferrer es un habitual de la casa y su Cavaradossi fue tan solvente como se esperaba. Cantante de gran experiencia e inteligencia, sabe de sus puntos fuertes y sus flaquezas y las administra con inteligencia. El fraseo siempre es cuidado y el tenor nunca cae en vulgaridades, mientras que los agudos, si bien no especialmente expansivos, son muy seguros. Es una lástima esa dualidad tan característica en el color y en una emisión que alterna sonidos perfectamente enmascarados con otros, especialmente en la franja central y grave, abiertos y con excesivo vibrato. Ferrer estuvo muy bien en “Recondita armonia”, valiente en “¡Vittoria, vittoria!” y más cauteloso en los recovecos de “E lucevan le stelle”.

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También hay que calificar de irregular la prestación de la protagonista, Carmen Solís. A diferencia de Ferrer, sus flaquezas se mostraron en un registro agudo estridente y un tanto desenfocado que debilitó sus prestaciones en el clímax dramático del segundo acto. En cambio, cuando pudo frasear en el centro, la soprano extremeña exhibió calidad y buen gusto. Ahí quedan los excelentes momentos que regaló en “Ed io venivo a lui” o “Vissi d’arte”, dos de los puntos álgidos de su actuación. 

Muy buen nivel general mantuvo el resto del reparto, destacando Pau Armengol como Il Sagrestano, Juan Carlos Esteve en el rol de Angelotti, el inquietante Spoletta de Jorge Juan Morata o el bello Pastore interpretado por Laura Obradors. Completaron el reparto con solvencia Quim Cornet (Sciarrone) y Lluís Vergés (Un carceriere) y mención especial para la excelente labor del Cor infantil de l’Agrupació Pedagògica Sant Nicolau que contribuyeron a que, un sábado más, tras una representación de la FOC, saliésemos del Palau con el agradable sabor de boca que deja una buena tarde de ópera.

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Fotos: © Lorenzo Duaso