Annalisa_Stroppa_portrait_by_Michele_Monasta.jpg

Annalisa Stroppa: “Mi voz se encamina ahora hacia nuevos retos” 

Casi diez años después de nuestra primera entrevista, volvemos a reunirnos con la mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa, quien regresa una vez más al Liceu, esta vez para dar vida y voz al personaje de Suzuki en Madama Butterfly de Puccini, un titulo que el coliseo de la Rambla programa en el centenario del compositor.

Regresa a Barcelona después de nueve años y lo hace con un rol que le ha dado muchas alegrías, la Suzuki de Madama Butterfly, título con el que participó en la apertura de temporada en la Scala en 2016, en la producción de Alvis Hermanis.

Sí, Suzuki me acompaña desde el año 2015. Debuté el rol en la Ópera de París, en la producción de Bob Wilson. Después he cantado el rol en casi cincuenta ocasiones; de hecho mi función número cincuenta como Suzuki se cumplirá aquí en Barcelona, en el Liceu, en la función que ofreceré el 16 de diciembre. He interpretado el rol en siete producciones distintas: París, Milán, Múnich, Montecarlo, Bregenz…

Suzuki es un rol que me ha dado grandes satisfacciones y con el que me emociono especialmente. Para mí no es un simple rol secundario. Aunque no tenga siquiera un aria propia, es un rol inmenso desde el punto de vista emocional. Diría incluso que toda la carga emotiva de Cio-Cio-San recae sobre ella; de manera indirecta interioriza y vive todo lo que sucede a Butterfly. Además, Suzuki, a diferencia de Goro, encarna el mundo japonés en toda su esencia, manteniéndose fiel a sus orígenes, honestamente, sin dejarse corromper, diría que se agarra incluso más a sus tradiciones, a la religión, a los ritos, el mundo en el que ha crecido Cio-Cio-San.  

Una suerte de espejo de Cio-Cio-San, podríamos decir.

Exacto. Pero con el pesar y el realismo de quien ya no espera el regreso de Pinkerton. Suzuki enseguida entiende que no hay esperanza, desde muy pronto sabe cómo va a terminar la historia.

Una vez que Cio-Cio-San es abandonada por todos, tan solo le queda Suzuki, una presencia discreta pero profunda, sincera, constante y fiel, que se convierte así en una hermana, casi en una madre, es la única persona que la protege y que la entiende, día tras día; es mucho más que una sierva.

Suzuki es uno de los pocos roles que me conmueve siempre. En el último acto, cuando salgo de escena, después del ‘Va, va. Te lo comando’ que le lanza Cio-Cio-San, me estremezco siempre.

Stroppa_Suzuki_Liceu24.jpg

Junto con la Adalgisa de Norma y la Rosina de Il barbiere di Siviglia, se trata de roles que le han abierto muchas puertas pero que entiendo que forman ya parte más de su pasado que de su presente. De hecho acaba de debutar en escena la Charlotte de Werther, en Bologna y hace un par de años protagonizó La favorite en el Festival Donizetti de Bergamo.

Sí, son ya casi quince años de trayectoria y creo que hasta el momento he podido hacer un recorrido realmente saludable para mi voz, sin prisas, es algo de lo que estoy orgullosa. Empecé en 2011, primero interpretando autores como Vivaldi, Händel, Rossini, Mercadante, Mozart, Bellini, Donizetti, con roles afines a mi vocalidad de aquel momento. Y poco a poco la voz se ha ido ampliando, ha crecido, y a día de hoy al bel canto se suma el repertorio romántico francés, que es un terreno donde me siento muy cómoda. La Charlotte en Werther, la Leonore de La favorite y la Carmen de Bizet son los roles con los que más me identifico vocalmente en este momento. 

Charlotte es un rol que ambicionaba debutar desde hace ya algunos años y finalmente la ha podido debutar en escena en Bologna hace algunas semanas, con Riccardo Frizza a la batuta, tras una primera tentativa en versión de concierto en Dortmund.

Eso es. Es un rol ideal para mí ahora mismo y ciertamente poder cantarlo representa un sueño hecho realidad. Ojalá tenga ocasión de volverlo a cantar pronto de nuevo. Como le decía antes, no hubiera podido llegar hasta aquí sin unos cimientos sólidos, en mi caso los que el belcanto y Mozart me dieron desde los primeros años de mi carrera.

En cuanto al repertorio, para mí las prioridades están claras: el respeto a la música, el respeto a la propia voz y el respeto por el público. Y es en función de todo eso conforme decido cantar un determinado rol, pensando en que sea posible en las mejores condiciones.

El siguiente debut en su agenda está no obstante casi a la vuelta de la esquina, el próximo mes de julio en Nápoles.

Sí, llega la Sara de Roberto Devereux, en Nápoles, nuevamente con Riccardo Frizza. Después de haber hecho Seymour en Anna Bolena, ya solo me quedará entonces la Elisabetta en Maria Stuarda para completar la trilogía Tudor.

Y en el caso de Rossini, ¿se plantea ampliar su repertorio?

En el caso de Rossini tan solo he cantado la Rosina del Barbero, La Cenerentola y la Petite Messe Solennelle; hasta el momento he preferido renunciar a cantar L´italiana in Algeri y Tancredi porque considero que son para una voz de contralto típicamente rossiniana, un tipo de voz que no encaja precisamente con mi actual vocalidad. Sin embargo, podría cantar estos roles porque el color brillante, la extensión vocal y la agilidad están ahí, pero el hecho de que insistan siempre en la zona medio-grave es el motivo por el que hasta ahora he preferido no aceptarlos. Es posible que, dependiendo de mi evolución vocal, decida incorporarlos a mi repertorio más adelante, pero por el momento prefiero concentrarme en roles de mezzosoprano lírica y con facilidad en la zona aguda, que es donde ahora me siento más cómoda.

Annalisa_Stroppa_c_Michele_Monasta.jpg

Pensando en el futuro, a corto y medio plazo, ¿qué títulos le gustaría que ocupasen su agenda? Entiendo que poco a poco querrá adentrarse en partes más pesadas y dramáticas, apuntando quizá en en algún momento a roles de peso como Eboli o incluso Amneris o Dalila.

¡Ojalá una Dalila, sí!  ¡Sería maravilloso!… Pero nuevamente quiero ir poco a poco e incorporar nuevos roles en el momento adecuado. Ya me han pedido cantar algunos de estos papeles, como Azucena, pero he preferido ser paciente y esperar. Tengo la impresión de que una vez que atraviesas esa frontera, es complicado volver hacia atrás. Ya hice la Laura en La Gioconda, en Las Palmas y fue muy bien, pero es un rol que prefiero dejar reposar por un tiempo.

Mi voz se encamina ahora hacia nuevos retos, pero como le decía quiero ir despacio. En mi horizonte está primero cantar la Eboli de Don Carlo, un papel que ya he probado a poner en voz y que siento cómodo. También quiero hacer la Marguerite de La damnation de Faust, la Dulcinea de Don Quichotte, Les Troyens de Berlioz o Sapho de Gounod, una ópera que por desgracia se programa muy poco.

También me gustaría mucho debutar Octavian en Der Rosenkavalier, he cantado muchos roles travestidos en mi carrera y este me parece particularmente interesante, habiendo tenido además ya la experiencia de cantar en alemán, cuando hice Hänsel und Gretel de Humperdinck.

Por no hablar del repertorio de concierto: El Amor Brujo de Falla, Sheherazade de Ravel o incluso la Segunda, Tercera u Octava sinfonías de Mahler, por nombrar solo algunas obras… ¡Cuánta bellísima música me queda todavía por interpretar!

Mirando a su agenda más inmediata, después de esta Butterfly en el Liceu vienen Barbiere, Carmen y el ya citado Devereux en Nápoles. 

Sí, eso es. Ahora regreso al Liceu, después de nueve años. Ya estuve aquí con Barbiere en 2014 y con Norma y Benvenuto Cellini en 2015. Esta ciudad y este teatro, su público, me han acogido siempre con mucho afecto, de un modo muy caluroso. Además se trabaja espléndidamente en el Liceu.

Y en efecto después vendrá nuevamente Rosina de Il barbiere. Como le decía, no tengo intención de dejar atrás el bel canto, que sienta siempre tan bien a la voz; el atletismo propio del bel canto la mantienen ágil y joven; sino más bien alternarlo con estos otros papeles, precisamente como Carmen, un papel que siento que estoy ahora mejor preparada que nunca para cantar; vocalmente es perfecto para mi, y además me siento con la madurez óptima para afrontarlo desde el punto de vista interpretativo.

De mi agenda por venir también destacaría Romeo en I Capuleti e I Montecchi, además de Charlotte del Werther, el Requiem de Verdi, y un concierto sinfónico que haremos junto al maestro Daniele Oren en Palermo, el próximo verano, en el que interpretaré La canzone dei ricordi de Giuseppe Martucci, una obra bellísima; es un conjunto de siete poemas para mezzosoprano y orquesta.

Fotos estudio: © Michele Monasta