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Josep Planells Schiaffino: "Para mí es fundamental mantener un equilibrio entre mi faceta como compositor y la dirección"

El compositor y director Josep Planells Schiaffino (Valencia, 1988) fue recientemente galardonado en la 42 edición del Premio Reina Sofía de Composición, por su obra Metalepsis. Esta semana dirige a la Real Filharmonia de Galicia y con esa ocasión conversamos con él para conocer más de cerca su trayectoria y su doble pasión por la composición y la dirección.

Enhorabuena por el Premio Reina Sofía de Composición, que ha obtenido con su obra Metalepsis. Y enhorabuena también por la cuantía que se embolsa y que el galardón llevada aparejada. Frivolidades aparte, es importante comentar lo relevantes que suponen estas aportaciones para la viabilidad del trabajo de un compositor hoy en día, entiendo.

Así es. La composición, como muchas otras disciplinas artísticas, no siempre cuenta con la estabilidad que permite trabajar con total tranquilidad. Aunque la música no se mide en premios, este tipo de galardones y ayudas son fundamentales porque brindan a los compositores tiempo y recursos para desarrollar su obra con mayor libertad. En este sentido, el Premio Reina Sofía no solo es un reconocimiento, sino también un gran impulso en la trayectoria de cualquier compositor.

Hablemos de la obra que ha sido reconocida precisamente con el galardón. ¿Cómo es Metalepsis? Entiendo que no es fácil hablar de una partitura, lo suyo sería escucharla, pero hagamos un esfuerzo por ponerla en palabras.

Sí, la obra se estrenará el próximo mes de octubre con la Orquesta de RTVE. El título, Metalepsis, hace referencia a la disrupción entre distintos niveles narrativos, como cuando una frase comienza en un contexto y es retomada en otro completamente diferente. Es un concepto tomado de la narratología de Genette, que no suele tener aplicaciones musicales evidentes, pero que aquí se traduce en un juego de entrecruzamientos sonoros. La pieza plantea un tejido de líneas musicales que se intercalan y entrelazan, creando una estructura en la que elementos tímbricos, rítmicos y armónicos, en apariencia muy distintos, acaban convergiendo en una misma realidad.

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Su actividad, además de su labor como compositor, es bastante intensa también en su faceta como director musical. No sé si ambas dedicaciones han ido siempre de la mano o si de algún modo la precaria realidad del compositor ha impulsado una dedicación mayor a la dirección de orquesta.

En mi caso, la vocación por la dirección ha estado ahí desde el principio. Cuando ingresé en el Conservatorio de Valencia para estudiar el Grado Superior, mi intención era cursar composición, clarinete y dirección, pero solo era posible matricularse en dos especialidades. Por eso, opté por composición y clarinete, ya que consideraba fundamental tener una sólida formación tanto como instrumentista como compositor antes de abordar la dirección, algo que entendía como un paso que llegaría más adelante. Ya en el instituto había formado una orquesta, que dirigía y para la que escribía música, así que el interés por la dirección siempre estuvo ahí.

Con los años, he ido encontrando un equilibrio entre ambas facetas, y para mí es fundamental mantenerlo. Tanto la dirección como la composición forman parte de mi trabajo y se complementan entre sí, por lo que mi objetivo es seguir desarrollándome en ambas áreas sin que una prevalezca sobre la otra.

¿Y quiénes han sido sus referentes en esta doble actividad como director y compositor?

Siempre cito a Pierre Boulez y Peter Eötvös como mis principales referentes. El segundo de ellos, lamentablemente fallecido hace un año, fue además mi mentor y una figura clave en mi formación. Cuando me trasladé a Berlín, seguí formándome principalmente como compositor, pero siempre con la dirección de orquesta en mente. De hecho, en ese período gané el Premio de Interpretación de la Hanns Eisler en 2015, a pesar de no ser director en activo en ese momento. Con el tiempo, continué mi formación con Eötvös, tanto en Múnich como en Budapest, lo que ha sido fundamental en mi desarrollo como director y compositor.

Veo además que ha trabajado con varios maestros, haciendo numerosas asistencias en producciones de ópera.

Mi relación con la ópera es de fascinación total. Desde pequeño, recuerdo que escuchaba ópera con mi abuelo en el coche mientras me llevaba al conservatorio. Además, mi padre tenía varias óperas en CD que escuchaba continuamente, por lo que la ópera estuvo presente en mi vida desde muy temprano. Es algo que, de alguna manera, he “mamado” desde muy pronto. Siempre me ha cautivado, aunque siempre la he vivido con cierta distancia. De hecho, no fue hasta los dieciséis o diecisiete años cuando realmente fui por primera vez a un teatro de ópera.

En 2014, el Ensemble Modern de Frankfurt interpretó una obra mía bajo la dirección de Franck Ollu. Él ya conocía mi interés por la dirección de orquesta y me ofreció ser su asistente. Con él he tenido la oportunidad de trabajar en muchos lugares, como la Staatsoper de Berlín, el Festival de Salzburgo o la Opéra Comique de París. También fue con él con quien debuté en Basilea, dirigiendo dos funciones de la Oresteia de Xenakis, en una producción de Calixto Bieito, una experiencia que marcó un antes y un después en mi carrera. Desde mi regreso a España, también he tenido una colaboración estrecha con el Gran Teatre del Liceu, especialmente con Josep Pons.

¿Cuáles son sus próximos compromisos como director?

Esta semana debuto con la Real Filharmonia de Galicia con un programa que incluye un estreno de Helga Arias, el Washington’s Birthday de Charles Ives y la genial Harold en Italia de Berlioz, con Sara Ferrández a la viola.

El mes que viene dirijo una nueva producción de La Flauta Mágica dentro del marco del Máster de Ópera del Conservatori del Liceu. Será la segunda vez que la dirijo en España, después de haberlo hecho previamente en el 2020 en el Teatre Principal de Palma.

¿Con qué otras orquestas ha trabajado en España hasta la fecha?

He trabajado con la Orquesta Nacional de España, Sinfónica de las Islas Baleares, Orquesta de Valencia, Sinfónica del Vallés, Sinfónica de Bilbao… Y hay más compromisos que se anunciarán pronto.

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A nivel compositivo, ¿está trabajando en algún encargo o lleva más bien la iniciativa por cuenta propia?

Intento que lo que necesito componer se convierta en un encargo, y por ahora esto está funcionando bien. De hecho, estamos ultimando un proyecto para un CD monográfico que se grabará para el Institut Valencià de Cultura, donde he sido compositor residente con su Joven Orquesta. En este monográfico he podido incluir una obra para piano solo que llevaba tiempo imaginando, la cual interpretará Juan Pérez Floristán, con quien ya he trabajado anteriormente, junto a su Trío VibrArt. Esta obra se estrenará el próximo mes de septiembre en el Palau de Les Arts, dentro del festival Ensems. Además de esto, tengo otros proyectos en marcha. Sin ir más lejos, el propio Premio Reina Sofía incluye dos encargos de música de cámara.

¿Algún otro proyecto relevante a futuro que merezca la pena resaltar?

Tengo varios proyectos ilusionantes en mi faceta como director. Todavía no puedo dar muchos detalles, pero pronto dirigiré una ópera de Wagner en un proyecto que creo será un paso muy importante en mi carrera. Debutaré con distintas orquestas nacionales e internacionales y volveré a algunas con las que ya he trabajado, como la OCNE.

Además, quiero impulsar mi segunda ópera, La invención de Morel, que escribí gracias a una Beca Leonardo. Espero y deseo que pueda ver la luz pronto, ya que es el proyecto más ambicioso que he abordado desde mi primera ópera, Aufbruch, la cual se estrenó en 2019 en la Deutsche Oper de Berlín.

Entre sus referentes ha citado a Pierre Boulez, Wolfgang Rihm, Peter Eötvös… ¿pero a quienes citaría como sus referentes entre los nombres del pasado?

Seguramente suene poco original, pero una gran parte de lo que he aprendido de música ha sido gracias a Bach y Beethoven. Diría que ellos son mis mayores referentes. Sin embargo, está claro que ahí no termina todo. La historia está llena de músicas extraordinarias que nunca podremos agotar completamente. Siempre hay nuevas obras por descubrir y de las que aprender.

Usted es de origen valenciano y aunque suene ya a tópico decirlo, no es menos cierto que parece que la música fluya de manera natural por la sangre de los nacidos en esa tierra, con toda la tradición de las bandas, etc. Se da la circunstancia, no en vano, de que hay ahora mismo una generación importante de compositores valencianos dando mucho que hablar, pienso en usted mismo y en Francisco Coll, por ejemplo. ¿Tiene cierta sensación de generación, en este sentido? ¿Y mantienen contacto entre ustedes, diría incluso que tienen algo en común a nivel musical?

Es difícil responder a eso. Creo que nuestros caminos han sido muy diferentes. En cualquier caso, me alegro siempre por el éxito de cualquier compositor o compositora, sean valencianos o no, y especialmente de los más jóvenes, porque este es un mundo en el que es difícil destacar y perseverar.

Si bien fue decisivo para mí formarme en Alemania e Inglaterra, no puedo pasar por alto el hecho de haber pasado mi infancia en Valencia. Cuando yo era niño, en mi pueblo era más fácil entrar a formar parte de la banda que hacer cualquier otra cosa en las horas libres, después del colegio. La música se vive de una manera muy natural y popular allí, desde luego. Y creo que este es un patrimonio que deberíamos cuidar y proteger mucho más. No querría idealizar el mundo de las bandas, pero sí diría que esa vivencia tan cercana de la música que tenemos desde niños, es algo muy valioso.

Fotos: © Sílvia Poch