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Susana Gómez Vázquez: "La música es la mejor forma de resumir todo en la vida"

La pianista alcalaína Susana Gómez Vázquez presenta su último disco, Sisters of the Moon, donde recoge la obra de numerosas compositoras, reividicando su nombre y su labor. Hablamos de ellas con la ínterprete, a la vez que nos sumergimos en sus ideas y conceptos acerca del arte, la vida, la música y el propio piano.

Por empezar por lo más evidente en cuanto a su último disco, ¿de dónde viene? ¿Qué significado tiene esto de las “hermanas de la luna”?

El disco está inspirado en unos cuadros titulados precisamente así, de la pintora surrealista británico-mexicana Leonora Carrington. Un día, en un museo, vi una de las pinturas de cuando ella tenía 16 años. Por aquel entonces ya estaba creando y descubriendo música de compositoras para un posible disco y de repente todo hizo click y encontró un sentido. De ahí viene el nombre. Y también, a la vez, hermanas de la luna son las Pléyades, las siete hermanas del universo que de alguna forma aparecen en el disco. Digamos que están metafóricamente relacionadas con las compositoras y, aparte de eso, todas las obras del disco están relacionadas con instantes del día: el amanecer, el anochecer... Todo ello funciona como nexo de unión entre todas las obras del disco.

Resulta muy interesante porque, entiendo, la imagen de estas mujeres de los cuadros se aleja de ese imaginario tradicional de las mujeres como musas en la música…

Claro, porque normalmente las musas son vistas como mujeres que inspiran, no como mujeres que crean, pero al final, las propias pléyades, las nifas de Artemisa, fueron las madres de todos los dioses del Olimpo, fueron las creadoras de alguna forma de toda esta historia. Por eso me parecía que estas figuras tenían mucha relación con estas compositoras, porque muchas de ellas han sido, incluso, mentoras, posibilitadoras… como es el caso de Boulanger.

De tantas y tantas…

¡Claro! De tantos compositores y pianistas, de tantos buenos músicos. Y bueno, también está el caso de Montgeroult, por ejemplo, que es quien abre el disco. Primera profesora de fortepiano en el Conservatorio de París, creó el primer cuaderno de estudios para piano, incluso antes que Czerny y Chopin… Aunque se hayan olvidado de alguna forma mágica de ellas, a lo largo de la historia han sido precursoras de movimientos muy importantes y eran muy vanguardistas. ¡Mire Amy Beach!, ¡Súper vanguardista!

¿La selección de los nombres que recoge en el disco ha sido en una búsqueda de mujeres que han hecho historia… aunque luego la historia la hayamos contado los hombres con otra mirada? ¿Es una reivindicación de ellas y una denuncia de cómo relatamos la historia?

Sí, de alguna forma es un poco eso y también, sobre todo, es una búsqueda de composiciones que conectaban conmigo muchísimo a nivel emocional. Luego, dando forma al disco he intentado, porque eso es algo que hago siempre en mis conciertos, que hubiese como un viaje en el que estemos navegando entre diferentes puntos de la historia, entre diferentes culturas, sin que nos demos cuenta que estemos en el siglo XVIII y de repente pasemos al siglo XX o al siglo XIX y sea algo absolutamente natural. Poder estar con música de España y de repente pasar a música estadounidense y música francesa… Y todo de forma fluida. Para mí es muy importante tener en cuenta lo que es la estructura de las piezas, también las tonalidades.

Entiendo, pues, que el disco no debe escucharse en cualquier orden sino en el que usted ha propuesto.

¡Exacto! Estoy obsesionada ya simplemente en cómo fluyen las tonalidades entre ellas… ¡Y con el componente emocional! De cómo estamos pasando a lo mejor de una serenata en el agua a un atardecer a través de Amy Beach.

¿Ha buscado una conexión, como si hiciera un libro de piezas conectadas?

Eso para mí es algo súper importante. No querría decir mi seña de identidad, que quizá pueda sonar muy arrogante, pero cada vez que creo un programa, busco eso, busco un todo, busco una temática que forme un todo y que la persona que va a ver ese concierto no vaya a oír una serie de obras desconectadas.

¿Y el contraste por el contraste?

También podría ser. Es más, hay momentos del viaje de estas hermanas de la luna donde hay contraste. Pero ese contraste también forma parte de dicho viaje. Y también es absolutamente intencional.

¿Qué destacaría del disco? Porque efectivamente hay autoras quizá más conocidas como puede ser la propia Price o Boulanger, pero a la vez las hay más desconocidas como puede ser Montgeroult, que usted mencionaba antes.

Destacaría de todas ellas que, dentro de su periodo musical, utilizan un lenguaje musical que como mencionaba, resultaba muy vanguardista a nivel tonal. Montgeroult, a finales del siglo XVIII, principios del XIX, utilizaba un lenguaje tonal que, de alguna forma, estaba muy adelantado a su tiempo. Y a nivel emocional también me parece que tiene muchísima fuerza. Con Amy Beach me sucede más de lo mismo. Sí, estaba Schoenberg en ese momento, que eso ya es otro mundo, pero dentro de ese periodo, posromántico impresionista, ella tiene un lenguaje muy único y muy vanguardista. Cómo capta a los pájaros, por ejemplo, en esas dos piezas que he escogido para el disco.

Entiendo que hay un universo de Pléyades ahí arriba, hablando metafóricamente y ya en general, al que no prestamos la atención debida… aún sabiendo que están ahí?

Sí, exactamente. Las Pléyades yo sabía que era un cúmulo de estrellas, pero ni yo sabía ubicarlas en el cielo. Las conocía de la mitología griega, pero no sabía que estaban ahí todas las noches, ¿no? Y de repente prestas atención y las ves. Y ves que están allí, que lucen exactamente igual que cualquier otra estrella.

Y es lo que me ha pasado un poco con esta música de compositoras. No puedo decir que desde hace quince años yo las conocía a todas ellas y a todas sus obras, sino que ha sido un trabajo de ir poco a poco, rascando… Es algo que aún me fascina. Ir descubriendo más composiciones, más compositoras. Cada vez que toco algo, cada vez que creo un programa, hago eso: rasco. Para ver qué puedo encontrar. Y siempre es música maravillosa. Siempre está lo que se dice de: bueno, es que como era una época muy machista, no podían estudiar, no componían tan bien, entonces es normal que sus coetáneos masculinos fueran los que triunfaran… Pero no. Todo eso no es así. ¡Y eso eran cosas que yo misma pensaba! Te das cuenta que sí, que componían, que componían mucho. Y que por ejemplo en el caso de Fanny Mendelssohn con Das Jahr, ella misma no quería que saliese del ámbito doméstico. Que era para ella y su familia.

Hemos pasado de cercenar el universo de la mujer como creadora al ámbito de la casa y de ahí a la docencia. Y muchas veces hoy en día al ámbito de la interpretación.

Absolutamente. Con Alicia de Larrocha mismo, que era una grandísima intérprete cuya obra toco también en el disco y que bueno, para mí fue una de las mejores pianistas que ha habido nunca… ¡Y también componía! Es algo que no se conoce tanto y, aunque llame a sus obras Pecados de Juventud, esta última obra que yo recojo, Festívola, ella misma la tocó de propina con 70 años. ¡Es que me encanta!

Puede resultar llamativo la selección que realiza de compositoras vivas o más contemporáneas en el disco ¿Por qué ellas?

Pues, la verdad es que he tocado muchas obras de diferentes compositoras contemporáneas porque es algo que me apasiona, pero justo estas piezas en concreto iban muy bien, primero de todo, con la temática del álbum. De Iluminada Pérez, su obra se llama Le sette sorelle dal cielo, que son las siete hermanas del universo. Además, esta obra la he tocado muchas veces en diferentes conciertos antes de crear este programa y es una obra que me fascina porque utiliza los sonidos electroacústicos de una forma que muestra muy bien lo que son los cosmos. Es una obra que me parece, compositivamente hablando, muy interesante.

Por otro lado, Claudia Montero me envió muchas obras justo antes de fallecer y de ella he tocado bastante música. Toqué hace poco su Concierto en blanco y negro con la OCAL y sus piezas me gustan mucho. Y este Rondo lo he tocado siempre, siempre. Quería que estuviese sí o sí en el disco, también a modo de tributo.

Todas ellas hasta llegar a usted misma, incluyendo una pieza propia. ¿Cómo es? ¿Por qué esta pieza? ¿La ha creado para la ocasión o era anterior?

No, la creé justo para el disco. Es un pequeño interludio, un nexo de unión entre el universo de las estrellas de Iluminada y toda esa parte de las estrellas del álbum, con la sección más terrenal donde entran la obra de Claudia Montero y Florence Price.

La obra comienza con los primeras compases de un himno de Kassia, que es una de las primeras compositoras de la historia griega. Es una figura que me fascina. Se sigue tocando su música en las misas ortodoxas y yo quería incluirla en el álbum. Quise realizarle esta especie de oda y de paso unir los dos universos. Además, luego también uno, a través de jugar con las cuerdas del piano, la electroacústica de Iluminada Pérez con el mundo de Claudia Montero a través de un motivo que se repite y que es el principio su pieza. Como un pequeño puente.

¿Hay una influencia entre una vertiente u otra de las que conforman su arte? ¿Entre la interpretativa, la compositiva?… creo que también escribe poesía…

Sí, sí que hay una influencia no sólo con la literatura, con el arte en general, con la pintura, como es en el caso de este CD, y con la vida y con la naturaleza. A mí me encanta ir a hacer senderismo, bucear, estar bajo el mar… La música es la mejor forma de resumir todo en la vida. A través de una pieza, todas esas vivencias, puedes plasmarlas a través de la composición o a través de la interpretación. Puedes plasmar incluso, emociones o estados mentales que no puedes ir gritando por la calle. Eso es lo que hace tan necesario el crear, el tocar música.
De alguna forma, quienes acuden a un concierto entran en conexión con esa emoción que a lo mejor no es tan fácil poner en palabras o expresar. Sales cambiado. Ha habido algo que ha hecho clic y aunque sea durante unos instantes, la media hora de después, te ha cambiado algo dentro.

¿Cómo ha sido su camino con la música? ¿Ha venido desarrollado de forma orgánica o ha habido un momento clave?

Es que yo desde niña… como que ya creaba. Cantaba, hacía mis propias canciones sin quererlo, bailaba… Hice años de ballet. Y cuando me puse con el piano, este ya formaba parte de esa necesidad que yo tenía de expresar cosas. Y siempre ha sido algo orgánico. Como que desde niña ya sabía que quería ser música. Yo ya quería eso, quería expresarme a través de ella. La música y el piano para mí siempre han sido como un refugio. Si había algo de la vida real que me estuviese suponiendo un mal momento, siempre tenía la música ahí, en el piano, para arroparme de alguna. Es algo que sigue sucediendo ahora.

¿Qué pianismo conforma todo ello en las manos de Susana Gómez Vázquez? 

Lo primero, nunca perder la creatividad a la hora de tocar, siempre con absoluto respeto de lo que es el compositor, el mapa compositivo... Pero, a la vez, para eso está el mapa, para que sepamos interpretarlo y para que, en mi opinión, tengamos nuestra propia voz, haciendo lo que, en teoría, está escrito. Como intérprete, lo que yo quiero es no perder nunca esa creatividad, esa forma de ver, ese mapa de forma creativa, que creo que como compositora también es algo que me gustaría que los intérpretes hicieran con mis obras, que sea algo orgánico, que nunca muera esa obra. Dotarla contínuamente de interpretaciones frescas, manteniendo viva esa música. Cuando he tocado una obra muchísimo en un concierto y la tengo que volver a montar una vez más, siempre intento, de alguna forma, ver algún detalle que haga que esta pieza esté fresca, que esté viva.

Durante este mes de diciembre, tocará en diversas salas españolas, ¿el piano puede acercar la música a cualquier audiencia, en cualquier lugar?

En mi opinión, una de las maravillas del piano como instrumento es su capacidad para conectar con el público y llegar a su corazón, sin  importar el tipo de sala. He tenido la suerte de tocar en espacios  íntimos, desde salones de palacetes al estilo chopiniano hasta  maravillosas salas de conciertos como el Wigmore Hall o el Purcell Room (South Bank). También en lugares más alternativos, como invernaderos,  jardines laberínticos y fábricas y en grandes auditorios como el  Auditorio Nacional, el Teatro Monumental, el Centro de Acción Social en  Caracas y el Auditorio de Zaragoza. En todos ellos, independientemente  de su tamaño, se siente una conexión mágica con el público, desde la  primera hasta la última butaca que genera desde una respiración sincronizada hasta un suspiro melancólico. Creo que la clave para  acercar la música y lograr que el público conecte directamente con el  piano y el concertista no reside tanto en el tamaño del espacio, sino en  la acústica y, sobre todo, en saber elegir un programa adecuado para  cada lugar.

Comentaba la búsqueda sobre la música... ¿Cuándo finaliza ese trabajo? ¿Esa búsqueda alguna vez termina?

Yo creo que nunca... y esa es la clave,Es una de las cosas que me encantan de la música. Hay gente que se pregunta: ¿cuál es el sentido de la vida? Para mí la música le da sentido a la vida porque es una búsqueda constante, y es no terminar nunca, y es superarse cada día. Es superar incluso tus propias ideas, tus propias emociones, porque siempre estás buscando algo nuevo... No sé, bueno, creo que es algo que ha de ir ligado siempre a nosotros como artistas. La búsqueda constante.