Menos es más
Valencia, 23/01/2025.Palau de Les Arts Reina Sofía. Poulenc. Dialogues des Carmélites. Alexandra Marcellier (Blanche), Sandra Hamaoui (Constance), Valentin Thill (Cavalier de La Force), Doris Soffel (Madame de Croissy), Nicolas Cavallier (Marqués de La Foce), Ambur Braid (Madame Lidoine), Michéle Losier (Madre Marie). Coro y Orquesta de la Generalitat Valenciana. Robert Carsen, dirección de escena. Riccardo Minasi, dirección musical.
Sin duda esta máxima se puede aplicar a la producción que firmada por Robert Carsen se puede ver estos días en Les Arts de Dialogues des carmélites de Francis Poulenc. Un trabajo que se estrenó allá por 1997 y que después de recorrer grandes teatros de todo el mundo recala ahora en Valencia con la misma frescura y modernidad que hace casi veintiocho años.
Y es que el trabajo del director canadiense, una de las figuras más destacadas del panorama escénico operístico, está basado en una aparente simplicidad, sobre todo escenográfica, que esconde una enorme y precisa labor de dirección de actores. Un armazón puramente teatral, basándose en mínimos recursos escénicos y recurriendo a gran número de figurantes y un elenco entregado consiguen que el espectáculo funcione a la perfección y conmueva profundamente. Y es que la obra de Poulenc tiene una enorme fuerza musical y un texto (proveniente de un guión cinematográfico convertido en obra teatral de George Bernanos adaptado por Philippe Agostini y el reverendo R. L. Bruckberger) que es de una belleza hipnotizante y a la vez tremendamente duro.
Carsen, siempre fiel a lo escrito, incide en una realización escénica que pone en valor temas tan universales como la tragedia, el dolor, el miedo y el fanatismo de las masas. La ejecución en la guillotina, en la llamada “Época del Terror” en la Revolución Francesa, de las monjas del Carmelo de la la localidad francesa de Compiègne es una historia real recordada por una única superviviente (la Madre María de la Encarnación) años después. En 1931 la alemana Gertrud von le Fort escribe una novela sobre este hecho y de ahí surge la obra de Bernanos. Este se centra sobre todo en el lado humano de las vivencias de las monjas, y, especialmente de la novicia Blanche de La Force (el único personaje femenino inventado por Von le Fort), sus dudas, sus miedos, sus luchas personales tocando temas tan trascendentales como la fe o la muerte. Carsen cierra el escenario con tres muros y lo vacía. Solo algún elemento (mesas, bancos) son utilizados.
La historia está dominada por la gran masa del pueblo llano, de ese pueblo que se ha levantado contra el poder del Antiguo Régimen y que no distingue entre la aristocracia parisina y unas monjas de la Francia profunda. La opresión de esta masa es la que marca, esté presente o no, toda la obra. Eso sí, junto a la presión de la fe, las reglas de la Orden, la inseguridad de la protagonista y de la muerte que siempre ronda a estas mujeres. Sus gestos, sus coreografías en escena (no hablo de danzas, sino la perfecta armonización de sus movimientos para expresar lo que ocurre en cada momento de la ópera) son el medio que utiliza el director para narrar los Dialogues.
El resultado es magistral. El espectador solo se centra en el devenir de la historia y en la música en la que se ve inmersa y queda atrapado por la belleza de lo simple. Todo culmina con una de las ideas más magistrales que he podido ver en un escenario. Para la escena final, la de la muerte de las religiosas, Poulenc utilizó el Salve Regina, creando una música tremendamente efectista y conmovedora. Carsen introduce una maravillosa coreografía para esta escena que, irremediablemente, y lo digo sin vergüenza alguna, siempre me ha hecho llorar.
Dialogues es casi una obra coral por la cantidad de personajes con relevancia que contiene. Indudablemente el papel principal es el de la noble metida a novicia Blanche de La Force. Alexandra Marcellier defendió con buen hacer y soltura vocal su papel. Supo transmitir a través de su canto las dudas y el miedo que atenazan toda su existencia. Segura en toda la tesitura y con una perfecta proyección recibió los calurosos aplausos del público al final de la obra.
Blanche tiene en el convento un contrapunto jovial y popular a sus pesares aristocráticos. Es la figura de otra joven novicia Sor Constance de Saint-Denis que estuvo defendida por Sandra Hamaoui. Poseedora de una voz fresca, de precioso timbre y rica en colores y matices, destacó por su fuerza y la nobleza de su canto. Una excelente soprano.
Hay que admirar el trabajo de Doris Soffel, que bien entrada en la setentena, es capaz de defender con admirable profesionalidad el papel de Madame de Croissy, la vieja priora, protectora de Blanche. La escena de su muerte quizá sea, con el final, el momento más dramático de toda la obra. Pero si en el final Poulenc dulcifica la muerte, aquí, su música, el texto, la retratan con la máxima crudeza.
Excelente desempeño tanto de Ambur Braid como la nueva priora (preciosa su escena en la cárcel previa a la ejecución) y de Michèle Losier como la Madre Marie de L’incarnation, una voz con carácter, de bellas hechuras y de indudable presencia escénica.Un lujo contar con Marina Rodríguez-Cusí en el pequeño papel de la Madre Jeanne de l’Enfant Jesús y de Laura Fleur como sor Matilde.
En el apartado masculino, el mayor protagonismo es para el Cavallier de La Force, hermano de Blanche y que encarnó con indudable fuerza y entusiasmo pero también algo de tosquedad el tenor francés Valentin Thill. Cumplidores tanto Nicolas Cavalier como el Marqués de La Force como Michael Colvin en el papel de capellán del convento carmelita. Destacar a Isaac Galán en el breve pero comprometido papel de carcelero. El aragonés lo resolvió con la solvencia y la profesionalidad que lo caracteriza. Buen trabajo también del competente Coro de la Comunitat Valenciana.
La partitura de Poulenc bebe de muchas fuentes y de hecho está dedicada a varios compositores de todos los tiempos. Pero el francés le sabe dar un toque personal y crear una de las óperas más atractivas y tremendamente emocionales del siglo XX. El director italiano Riccardo Minasi, que proviene especialmente del repertorio barroco, crea unos Dialogues en los que prima el contraste rítmico entre las diversas escenas, marcando con modos lentos las más líricas y espirituales e imponiendo volumes sonoros y ritmos rápidos en las de más acción. El resultado es muy diferente a lo que uno espera pero es su versión y es su criterio. Le acompaña con una solvente ejecución la siempre cumplidora Orquesta de la Comunitat Valenciana.
Vuelvo a recalcar: el trabajo de Carsen es espectacular y potencia al máximo una obra, que también repito, se encuentra entre lo más bello del repertorio del siglo XX.
Fotos: © Miguel Lorenzo y Mikel Ponce | Les Arts