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Carlos Vidal: "En mi primer disco quería dar oportunidad a un repertorio inusual" 

El joven violonchelista Carlos Vidal (Valencia, 2004) presenta su primer disco, de la mano también un nuevo sello discográfico, Valaris Music. En ocasión del próximo lanzamiento de este CD conversamos con el artista para conocer más de cerca su andadura y los pormenores de este disco. 

Presenta ahora su primer proyecto discográfico, un disco en solitario como violonchelista, centrado en tres autores del siglo XX como Kodály, Penderecki y Ligeti, ciertamente infrecuentes en las salas de conciertos. Entiendo que este disco es toda una declaración de intenciones por su parte, siendo además un intérprete tan joven.

Como bien dice, este repertorio es bastante inusual en las salas y ese ha sido precisamente uno de los motivos que han motivado la grabación de este disco. Y es una pena porque eso ha impedido que actualicemos la mirada que tenemos sobre esas partituras, precisamente porque se han tocado poco.

Yo quería darle una oportunidad a este repertorio porque son piezas a la altura de cualquier partitura de primer nivel, y lo digo pensando no solo en el repertorio para violonchelo sino en la música clásica en general. La sonata de Kodály, por ejemplo, representa un antes y un después en la historia de la música para cello. 

Entiendo que son piezas que ya había interpretado en concierto antes de llevarlas al disco.

Eso es. Se trata además de un repertorio complejo en lo musical y muy físico, en el sentido de que requiere una gran concentración mental y una gran dedicación corporal. Diría que es imposible grabar este repertorio sin haberlo rodado antes en concierto. Técnicamente es música muy compleja y eso es duro a nivel mental y físico. 

¿Por qué esas tres piezas en concreto para el disco? ¿Y por qué esos tres autores, Kodály, Penderecki y Ligeti?

La sonata de Kodály es el plato fuerte del disco y también es la obra más extensa de la grabación. Es una de mis piezas favoritas del repertorio para violonchelo y siempre me he sentido muy cómodo con ella. Tiene la particularidad de que se toca con scordatura, las cuerdas Sol y Do se bajan medio tono. Y eso genera un color y unas armonías muy particulares; el violonchelo llega a sonar de una manera muy diferente. Para mí es una obra cumbre en el repertorio para violonchelo del siglo XX.

Después decidí incluir también música de Ligeti por continuar con el hilo natural a partir de Kodály, quien fue su profesor en Budapest. Es otro tipo de música, mucho más experimental, pero hay un hilo conductor entre ambas obras.

En el caso del Divertimento de Penderecki se trata de una obra relativamente poco interpretada. En origen escribió únicamente el Divertimento y más tarde creó otros movimientos con los que conformó una suite para violonchelo solo.

He podido comprobar que toco precisamente un programa con estas obras en la Fundación Juan March, el pasado otoño.

Eso es, esa fue mi prueba de fuego antes de la grabación.

El disco representa además el lanzamiento de un nuevo sello discográfico, Valaris Music, impulsado por Cristóbal Jaubert. 

Sí, con Cristóbal nos conocemos hace ya bastante años y de él partió la idea de grabar este disco. A partir de ahí hemos ido dando forma al proyecto de manera dialogada, tanto en lo referente al contenido, al sonido, a la imagen… Esto va a ser una seña de identidad en Valaris Music, la idea de crear el proyecto mano a mano con el artista desde el principio. Reconozco que el proceso es largo y laborioso pero al mismo tiempo es muy bonito y muy satisfactorio poder tener voz y voto en un proyecto propio.

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Recapitulemos su trayectoria hasta la fecha. ¿Cuándo surge su vocación por el violonchelo y a quiénes citaría como sus referentes o mentores?

Desde muy pequeño, con apenas dos años, me encontré con un violonchelo en las manos. Empecé a estudiar en Valencia y después estuve en Barcelona con Iñaki Extepare. De ahí pasé a Madrid, donde me formé con María Casado y Asier Polo. También tuve clases con Salvador Bolón. Estos dos, Asier y Salvador, han sido muy inspiradores para mí. Más tarde hice el Superior en París, durante tres años, y aquella experiencia me abrió mucho los ojos. Descubrí la vida musical a otro nivel, verdaderamente. 

¿Cuándo llegaron sus primeras experiencias profesionales?

Después de mi primer año en París tuve la suerte de encadenar un par de concursos y a raíz de eso empezaron a salir conciertos como solista, conciertos de cámara, etc. Y hasta hoy, cuando tengo el lujo de poder decidir un poco lo que hago y cuándo lo hago. Yo no quería tener una carrera muy precoz, es algo que siempre he evitado.

Esto es interesante, ¿en qué sentido lo dice?

Me refiero a que yo no quería dejar de lado mi formación con dieciocho años para dar más conciertos. Eso no es lo que yo busco. A mí me gustaría llegar a ser un músico completo y bien formado. Y creo que sacrificar ahora algún concierto para seguir formándome es la opción correcta para mí, en este momento.

Es una reflexión muy interesante, sobre todo viniendo de alguien tan joven. La dinámica misma de la industria musical parece determinar a veces que cualquier talento que despunta tenga que ponerse a dar conciertos casi con frenesí.

Es complicado porque uno siempre tiene miedo a decir que no, nunca sabes si te volverán a llamar de un sitio al que has dicho que no en primera instancia. Pero ahora mismo prefiero sacrificar eso, honestamente. No me gustaría arrepentirme, de aquí a diez años, de no haber seguido formándome cuando debía y tenía la oportunidad de hacerlo.

Por cierto, ¿cómo fue la primera experiencia en un estudio de grabación?

Fue algo completamente nuevo para mí y bastante intenso. Tuve la suerte de tener ahí a Cristóbal, que es también violonchelista y sabía todo lo que estaba pasando por mi cabeza con cada una de las obras. Fue de gran ayuda contar con él. El disco se grabó a lo largo de cinco días y tuve que gestionar bien los esfuerzos para llegar física y mentalmente en forma hasta el final, en linea con lo que le decía al principio. Saber gestionar los esfuerzos fue un reto en este sentido.

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Hablemos también del instrumento que toca y con el que ha grabado el disco. Creo que es un violonchelo de origen anónimo, de en torno a 1820. 

Sí, ese cello lo encontré hace ya unos cuantos años en Madrid. Yo antes tocaba un tres cuartos antiguo y siempre me ha gustado ese sonido aterciopelado y tan particular de los instrumentos de ese estilo. El cello que toco ahora tiene mucha resonancia armónica y es extremadamente cálido. Es por tanto mucho más fácil conseguir resultados con él cuando se necesita volumen para tocar con orquesta.

¿Ha tenido ya por cierto ocasión de tocar con orquesta?

Sí, he tenido la suerte de tocar ya unas algunas veces con orquesta. He podido hacer el Doble de Brahms, el concierto de Elgar, el de Haydn, el de Carl Philipp Emanuel Bach… Y el instrumento que uso siempre me ha ayudado bastante en estas experiencias.

Hablemos por último de sus próximos proyectos. Imagino que el disco tendrá recorrido en las salas de concierto, tarde o temprano.

Sí, estamos ahora moviendo posibles fechas para acompañar la salida del disco con algunos recitales, que serán anunciados próximamente, con citas en Madrid, Valencia y otras ciudades.

Fotos: © David Gámez