© David Ruano
Romeo Castellucci debuta en el Liceu con su personal versión del Requiem de Mozart
Después de acoger la versión concierto de Idomeneo, una de las obras tempranas de Mozart, el Gran Teatre del Liceu presenta la producción escenificada Requiem, basada en la última obra compuesta por Mozart antes de su muerte. Requiem, la primera propuesta de Castellucci en el Liceu, se estrenó en el Festival de Aix-en-Provence y es fruto de una coproducción con otras importantes instituciones europeas: Les Arts, el Adelaide Festival, el Theatre Basel, el Wiener Festwochen y La Monnaie / De Munt. Castellucci cuenta con Silvia Costa como directora de escena asociada. La coreografía está a cargo de Evelin Facchini y Piersandra di Matteo firma la dramaturgia. Requiem se representará en el Gran Teatre del Liceu en un total de siete funciones, entre el 18 y el 26 de febrero.
Especializado en propuestas escénicas ricas en simbología y referencias poéticas, que cubren desde el repertorio de ópera hasta obras maestras sin argumento, Romeo Castellucci ha elegido la Misa de Réquiem de Mozart como punto de partida para proponer una reflexión sobre la vida y la muerte, los dos extremos de un ciclo que generan las condiciones para que se originen tanto el milagro de la creación como la catástrofe de la destrucción. El resultado es una acción de teatro vanguardista que critica la visión material del mundo y propone una exploración espiritual.
La Misa de Réquiem de Mozart es la culminación de una etapa en la obra tardía del compositor dedicada a la música religiosa. Truncada por su prematura muerte durante el proceso de creación, es un verdadero documento autobiográfico. Como se ha sabido tiempo después, gracias a rigurosos estudios musicológicos, el Réquiem que escuchamos actualmente es en gran parte obra de Mozart —que definió la composición hasta el segundo segmento (Hostias) de la cuarta parte (Offertorium)—, pero con orquestación añadida por sus alumnos Joseph Leopold Eybler y Franz Xaver Süssmayr. Este último fue quien compuso las cuatro partes finales de la obra: Sanctus, Benedictus, Agnus Dei y Communio. Así, Mozart planteó la cuestión de la muerte, pero su pregunta quedó sin respuesta.
Hay un fragmento en la extensa correspondencia de Mozart que se puede considerar el origen del proyecto Requiem ideado por Romeo Castellucci: “Como la muerte es el verdadero objetivo de nuestra existencia, he conocido tan bien a este verdadero y mejor amigo de la humanidad en los últimos años que la imagen de la muerte ya no me da miedo”. Esta reflexión inspira la propuesta, que transforma la Misa de Réquiem en una experiencia teatral llena de simbolismo y belleza plástica.
Cabe matizar que la obra que finalmente concibió Castellucci no es solo una versión escenificada del Requiem de Mozart, sino una acción teatral que utiliza como música de acompañamiento diversas piezas religiosas y profanas del compositor. También suenanNe pulvis et cinis, un fragmento de su ópera inacabada Thamos, rey de Egipto, o el principio de su Miserere, compuesto en 1770, cuando tenía 14 años. A pesar de esto, la pieza principal, y la más cargada de simbolismo, es el Requiem de Mozart en su integridad.
La producción se aleja de la visión cristiana tradicional que concibe la muerte como la liberación del alma hacia un destino final. Castellucci propone una exploración del ciclo de nacimiento, destrucción y renacimiento, en el que la vida y la muerte se convierten en estados transitorios dentro de un movimiento perpetuo. Esta perspectiva se expresa en acciones teatrales que van desde plantar un árbol hasta representar la desaparición de una anciana tras morir. A través de estos momentos, la escenografía ilustra que, tan pronto como brota la vida, también se acelera el ciclo de su destrucción.
El coro del Gran Teatre del Liceu será el eje vertebrador de esta producción, sosteniendo la arquitectura musical del Requiem con una presencia imponente tanto en el ámbito sonoro como escénico. Castellucci no solo le otorga un papel esencial en la interpretación musical, sino que lo convierte en un elemento activo de la dramaturgia, encargándole la representación de las grandes imágenes alegóricas que pueblan su puesta en escena. A esta base coral se suman cuatro solistas de gran prestigio internacional: la soprano austriaca Anna Prohaska, con su voz cristalina y llena de matices; la contralto Marina Viotti, de una expresividad y profundidad excepcionales; el tenor sudafricano Levy Sekgapane, conocido por su brillantez y agilidad vocal, y el bajo Nicola Ulivieri, con un registro imponente que confiere solemnidad a la parte más oscura y trascendental de la partitura. Todos ellos, bajo la dirección musical del maestroGiovanni Antonini, se pondrán al servicio de una de las obras más conmovedoras del repertorio sacro, ofreciendo una interpretación llena de lirismo e intensidad emocional.
Under35 en la basílica de la Sagrada Família
El día antes del estreno de la producción escenificada Requiem, el Liceu y la Sagrada Família ofrecerán el Requiem de Mozart en versión concierto para el colectivo Under35. La basílica de la Sagrada Família será el escenario privilegiado del acto, fruto de la colaboración de ambas instituciones y dirigido exclusivamente al público menor de 35 años. Las entradas de esta función se han distribuido gratuitamente a través de un sorteo en el que se han inscrito casi 15.000 personas. En total, se han sorteado 835 entradas dobles, entre la comunidad LiceUnder35 y el público general de jóvenes de entre 18 y 35 años.
En esta representación sinfónica, se podrá escuchar únicamente el Requiem en Re menor, KV.626 (1791), con el maestro Giovanni Antonini al frente de la orquesta sinfónica del Liceo. Los cuatro grandes solistas Anna Prohaska, Marina Viotti, Levy Sekgapane y Nicola Ulivieri pondrán voz a la sublime obra inacabada de Mozart dentro del fascinante templo de Gaudí. Una inmersión en las profundidades del alma para comprender el poder de la palabra, la música, los enigmas y la trascendencia.
Nota de prensa: Gran Teatre del Liceu.
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